Una sagaz observación, sin la
cual no entiendo como la industria ecuestre ha sobrevivido, es saber que tu
caballo de 600 kilos, si estuviera en la Luna pesaría 99, 6 kilos, y si
estuviera en Júpiter pesaría 1.519, 8 kilos. De la misma manera el record del
mundo de altura en saltos de obstáculo, el de las leyendas hípicas Huaso y Larraguíbel, si se hubiera batido en
la Luna sería muy cercano a los 15 metros, o si lo hubiera intentado en Júpiter
no llegaría al metro de altura, y si fuera en el Sol, donde el mismo caballo
pesaría 16.243,2 kilos sería de un poco menos de unos achicharrantes 10
centímetros.
Esta surrealista información sirve
para que tomes conciencia de que el peso de tu caballo lo determina la fuerza
de la gravedad del planeta o estrella
dónde esté situado. Para darnos cuenta de la magnitud de la fuerza de la
gravedad que soporta un caballo de 600 kilogramos, ya aterrizado sobre nuestro
planeta, ésta es de aproximadamente unos 6.000 Newtons, soportados por su viga
vertebral, que no columna vertebral denominación solo apta para los animales
bípedos. Y si, efectivamente, gestionar
6.000 Newtons de fuerza es una burrada, o lo que es lo mismo gestionar su
propio peso de 600 kilos es un esfuerzo terrorífico, que hace que la viga
vertebral sea esclava en todo momento de la gestión de esa fuerza, la más
importante y potente a la que estará
sometido durante toda su vida, y además es
constante y perpetua. Incluso si
es montado por un señor cuyo peso, incluida montura, es alrededor de 100 kilos,
añadiría aproximadamente otros 1.000 Newtons más para ser soportados por su
viga vertebral. Y si el citado jinete tuviera un brazo como el de Rafa
Nadal, y fuera dando tirones a base de
puro bíceps añadiría en el momento del tirón otros 1.800 Newtons más, que
serían aplicados en contra del caballo, aunque no constantemente, sino solo durante el momento que dura el puro y
duro tirón. La conclusión es que un caballo no soporta, ni tendrá que negociar jamás con una fuerza
mayor que la de su propio peso. Y esto es algo que gestiona su organismo en
todo momento con un permanente movimiento
ondulatorio de la viga vertebral, inmodificable y perpetuo según el aire al que
vaya el jaco. Sólo tienes que fijarte en los movimientos permanentes de sube y
baja y vaivén de sus orejas cuando vas montado sobre él a cualquier aire. A
ésta fuerza de la gravedad de su propio peso podemos añadir los 1.000 Nw más del
peso de montura y jinete de unos 100 kilos, y los 1.800 Nw más de los tirones
que el peor de los jinetes pueda darle. Total unos 8.800 Newtons que gestionar.
Ahora uno piensa que está bien,
que un caballo es un bicho muy fuerte y puede con eso y más. Pero cualquier
aficionado a las carreras sabe que para la elaboración de los hándicaps, los
señores que los hacen llamados handicappers, se basan en que un solo kilogramo
de peso más, soportado normalmente en forma de plomo, en una carrera significa
un cuerpo de desventaja en la meta. Y
aquí entramos en una paradoja: ¿me dices que un caballo de 600 kilos gestiona bastante
bien los 8.800 Newtons con un señor encima de 80 kilos incluida la montura, y
que por ser mal jinete va dando tirones con una fuerza descomunal y que sin
embargo solo 10 Newton de peso añadido
son capaces de hacer llegar a un caballo un cuerpo más lento en la meta o dos
metros y medio más atrasado? ¿Qué es capaz de responder al mismo tiempo a una
fuerza casi mil veces más pequeña que la que maneja su viga vertebral? Pues sí señor.
Esto, que puede ser motivo de
discusión, se puede entender a la luz de que el caballo es capaz de gestionar
muy bien su propio peso más la carga y
fuerzas en contra mal aplicadas por su jinete (tirones, mala aplicación de las
ayudas), ya que se juega la vida en ello, es cuestión de supervivencia. Es peso
que lleva su viga vertebral y cualquier mala caída o lesión medianamente grave
sobre ella significaría su final y seguramente la muerte si viviera en estado
salvaje. Y por otro lado es sumamente sensible al peso. Ese simple kilogramo de
plomo de más que en las carreras hace perder un cuerpo de distancia o dos
metros y medio en la meta, sirve para hacernos comprender la tremenda
sensibilidad que tiene hacia las fuerzas en contra o mal aplicadas. La fuerza
ejercida por una tensión excesiva de las riendas, una culada a destiempo, un asiento profundo
cuando no es necesario, o apretar la pierna de manera inadecuada, todas ellas fuerzas en contra tan
pequeñas como la ejercida por un solo kilo de peso, son capaces de alterarle
enormemente. Esta diferencia de 10 Newtons de fuerza de más, o de un solo kilo en
ayudas mal aplicadas, que sería la necesaria para levantar un paquete de
espaguetis, es imperceptible durante una monta en competición aún para ojos muy
expertos. ¿Podría esta sensibilidad
extrema del caballo frente a las fuerzas en contra explicar el típico “derribo
tonto” en una prueba de saltos que nadie sabe el por qué se ha producido? ¿O
una mala transición durante una reprise que hasta entonces era muy correcta? Es
muy posible que sí.
A todos los que hemos aprendido a
montar hace ya años, desde chicos nos han enseñado que los fallos que cometía
tu caballo eran casi siempre culpa del jinete. Ahora creo que es verdad, que el
montar bien es dificilísimo, que el talento de los escasos grandes jinetes es
propio de una sensibilidad y autocontrol excepcional; que la diferencia de solo
un poco más de fuerza aplicada en el contacto con la boca, o un mínimo mal
asiento durante solo una fracción de segundo puede significar un mal resultado
en una competición. Además el tema de las ayudas que proporciona el jinete al
caballo se complica no solo por la sensibilidad de la intensidad de la fuerza
que aplicas sino del momento oportuno en que debes aplicarla; pero esto ya no
es el objeto de este papel.
La columna vertebral del caballo
está muy ocupada en gestionar la enorme fuerza de la gravedad originada por su
propio peso, más el del jinete y las fuerzas que éste aplica, pero aun así es
un animal con una sensibilidad exquisita capaz de responder a estímulos tan
sutiles como los provocados por la fuerza necesaria para levantar un kilo de
peso o incluso menores. En equitación, igual que en casi todas las profesiones,
la diferencia entre ser un buen jinete o
ser un magnífico jinete depende de sutilidades. Las teclas que maneja el jinete
sobre el caballo son tan variadas y complejas que creo es más difícil interpretar
bien a un caballo que el concierto para piano número 20 de Mozart.
Paz y que le sirva a alguien.
Por algo debe ser que las mujeres puedan competir junto con los hombres, ¿no te parece?
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con Isabel. Para mí la equitación femenina es mucho mejor que la de los hombres. Más fluida, con mejor acción, mejor ritmo, con más ausencia de violencia y mucho más en sintonía con el caballo. Predomina el equilibrio y el acompañamiento, están más compinchados amazona y caballo, se ven menos las intervenciones y éstas son más graduales. Como el artículo va de fuerzas y lo sensible que es el caballo, no me cabe duda que el menor uso y disponibilidad de fuerza que maneja la amazona con respecto al hombre, hacen que su equitacíon sea mejor.
ResponderEliminarHay un bonito vídeo en internet que habla de esto: https://www.facebook.com/equisens.magazine/videos/959948770831012/UzpfSTEwMDAwMTY4NzMzMjg3ODoxNzc3NzE1NzY1NjI3OTg0/
Podía animarse alguien a escribir sobre esto. Estoy seguro que el equipo de Ocurrencias Hípicas lo publicaría encantado. El caso es que he asistido a muchas clases de equitación y nunca he oído decir a un profesor a su alumno ”monta con la sensibilidad y fuerza de una mujer” . No estaría nada mal ……….