Artículo escrito por Tomás Mateo Cubero y publicado en la revista Galope núm. 85
© www.tomasmateo.com
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Una buena
puesta en forma es la premisa básica para la práctica de cualquier deporte. Y
eso incluye a deportistas humanos y equinos. Sin un mínimo de fuerza y
desarrollo muscular, de resistencia (capacidad pulmonar y cardiovascular), de
elasticidad y otros factores complementarios,
es imposible practicar cualquier deporte con garantías. En equitación,
la puesta en forma, es curiosamente, la gran olvidada (el trabajo de pista
diario nunca es suficiente), cuando debería ser el primer elemento a tener en
cuenta, por supuesto en caballos jóvenes, y también en caballos de cualquier
disciplina. Practicar exclusivamente los ejercicios de la especialidad a la que
se destine el caballo, nunca llevará a un caballo a una puesta en forma óptima.
En cambio, un
caballo que cuente con una buena forma física, estará mucho más capacitado para
practicar doma, salto o cualquier otra especialidad hípica. Los planteamientos
de entrenamiento en los que los caballos de doma solo trabajan doma, los de
salto que exclusivamente saltan y los de raid que únicamente salen al campo a
correr, no solo están obsoletos, sino que nunca sacarán todo el potencial de
ese caballo.
En este
artículo, que nos introducirá en las claves de la forma física equina - en la
que iremos profundizando en sucesivos artículos – vamos a centrarnos pues, en aquellos
aspectos que nos permitan llevar a nuestro caballo a un estado físico mucho más
óptimo, de lo cual, indudablemente, nos beneficiaremos nosotros como jinetes y
propietarios.
Pero antes de
entrar en materia, hemos de tener en cuenta que los factores para que un
caballo rinda plenamente, son tanto físicos, como mentales. Mucho ojo, porque
la mayoría de personas que quieren “muscular su caballo” (es la expresión que
más oigo), suelen olvidar el factor mental equino, que es tan importante como
los diferentes factores físicos que intervienen en la ecuación de la puesta en
forma. Pongámonos en la piel del caballo e imaginémonos que somos una persona a
la que nos tienen encerrado en una habitación diminuta y a solas de la que solo
nos sacan para hacer deporte y al terminar nos vuelven a encerrar. ¿Qué persona
podría entrenar motivado en tales condiciones de vida? Hagámonos esta pregunta
antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento con nuestro caballo, ya
que de nada servirá el mejor entrenamiento si nuestro caballo no está bien
alimentado (y eso no significa que coma mucho pienso), ni tiene una vida equina
digna (estar siempre encerrado en un box no es digno ni bueno para un caballo).
FACTORES CLAVE
A TENER EN CUENTA PARA UNA CORRECTA PUESTA EN FORMA
Los
abordaremos según el orden que creo debe ser el lógico y acertado.
1. Análisis de sangre.
Este debería
ser, el primer paso de todos cuando compramos un caballo. Una analítica nos
dará importantes datos sobre el estado real de salud del caballo. Un aspecto
exterior sano no es siempre garantía de que por dentro esté todo bien. Veo
jinetes que se gastan varios miles de euros en un caballo, pero no emplean unos
cuantos euros en hacerle una analítica. Después, es normal que vengan los
quebraderos de cabeza porque el caballo no gana músculo o se defiende cuando
lleva media hora trabajando y no tiene ninguna lesión. En no pocos casos, la
respuesta a estas cuestiones, suelen estar en una analítica.
Si todos los
valores están dentro de los parámetros correctos, podremos empezar a trazar
un plan de entrenamiento. En caso
contrario, antes de empezar a trabajar en serio el caballo (sacar el caballo
del box y moverlo siempre le beneficiará), habrá que ver con un veterinario
competente en la materia qué puede estar fallando en caso de que el caballo
esté anémico o esté arrojando valores altos en la producción de lactato, etc.
2. Genética y edad del caballo.
Los planes de
entrenamiento deben ser establecidos de acuerdo a la edad y genética del
individuo. Hay domadores/preparadores que tienen un mismo programa estándar
para todos los caballos que caen bajo sus posaderas. Pero nada más contrario a
la lógica equina. Lo primero es tener en cuenta la edad. Ya hay cantidad de
estudios sobre la madurez del esqueleto equino, la cual es más tardía de lo que
mucha gente cree, y viene a partir de los 6/7 años, siempre y cuando, además,
ese caballo haya estado bien alimentado y ejercitado. Sigo viendo caballos
menores de tres años en los que ya hay una persona encima, y nada más
perjudicial para el dorso, así como para otras partes del cuerpo. Aunque un
caballo siempre será mucho más fuerte que nosotros, eso no implica que lo
aguanten todo. Por mi parte, y aunque suene exagerado, tengo ya claro que nunca
me subiría a un caballo antes de que cumpla los cuatro años. Lo cual no quiere
decir que no lo empiece a entrenar y a fortalecer mucho antes, pero pie a
tierra.
Con respecto a
la genética, nunca será igual el trabajo con un PSI que con un PRE, o el de un
Holstein y un Há. Cada caballo, requerirá hacer más hincapié en unas cosas, y
ser más laxo en otras. Y dentro de las características de la raza, también hay
gran variedad entre individuos, por lo que siempre es necesario ir
progresivamente para ir observando las necesidades y fortalezas de cada
caballo.
3. Estado físico actual del caballo e
historial pasado.
¿Cómo se
encuentra el caballo justo antes de empezar a entrenarlo? Antes de evaluar cualquier programa de
trabajo, es necesario por un lado observar pormenorizadamente su estado
(insisto, el aspecto externo puede llevarnos a engaño muchas veces), y tener en
cuenta el trabajo que haya desempeñado habitualmente hasta llegar a nosotros, y
por supuesto, saber si ha tenido alguna lesión.
Es muy
recomendable, antes de montarse en un caballo que recién ha caído en nuestras
manos, los trabajemos pie a tierra de distintas maneras durante unos días, lo
cual nos permitirá ver de un modo bastante exacto como emplean su cuerpo a los
tres aires, en qué momento empiezan a resoplar, si hay algún miembro que no
apoyan bien, y sobre todo, le daremos unos días de movimiento libre al dorso
hasta que nos subamos encima. En este apartado incluiríamos el buen estado de
los cascos del caballo, fundamentales para que se mueva y se ejercite con
plenitud, así como un buen estado dental, para que no tenga dolores ni
tensiones que se trasladarán a todo el cuerpo.
4. Objetivo al que queremos llegar.
Poner en forma
sin más o muscular un dorso, no son objetivos concretos. El entrenamiento
físico, es como planear un viaje: si no nos planteamos un destino, nunca
llegaremos a él, sino que iremos dando tumbos. Hemos de preguntarnos: ¿Qué
queremos exactamente conseguir con nuestro caballo? ¿Con qué finalidad?
Una vez
tengamos claro qué es lo queremos hacer con nuestro caballo, estableceremos el
programa más adecuado, y habremos de cumplirlo. Ir a la hípica sin un programa
de trabajo definido no nos conducirá a nada. Pensemos una vez más en los
atletas humanos: ¿alguien se imagina a un deportista yendo al gimnasio sin
tener claro que músculos entrenará, y simplemente diciendo?: “bueno, a ver qué
hago hoy…”
5. Dieta del caballo
Hace ya algunos
años, inicié un programa de entrenamiento muy duro para ganar masa muscular.
Era un adolescente esmirriado (metro ochenta y 72 kilos) y quería ganar peso
para poder tener más físico para los otros deportes que practicaba
paralelamente a la Equitación (artes marciales y windsurf). Lo primero que
hice, junto con la elaboración del programa de entrenamiento, fue una
reestructuración total de mi dieta y estudiar mucho sobre nutrición. Cinco años
después, llegué a pesar 91,600 kilos. Era mi tope, me costó horrores llegar de
un modo natural, y si quería seguir subiendo de peso, tenía que echar mano de
anabolizantes. Eso me ha permitido tener claro que si entreno un caballo, debo
proporcionarle una dieta que le ayude a reponer el desgaste ocasionado por el
entrenamiento, y que le ayude a desarrollar su musculatura y a fortalecer su
cuerpo y su salud en general. Bien, pues aun veo a muchos propietarios de
caballos diciendo que van “a muscular” sus caballos pero no varían un ápice su
alimentación. Así, es imposible desarrollar el potencial de un atleta.
6. Ritmo de vida del caballo.
Hay que
desconfiar de cualquier entrenador o programa de entrenamiento que solo propone
sacar de su box al caballo para ser trabajado. Así, es imposible que rinda
bien. El caballo es un ser super-social, y por eso necesita estar en contacto
continuo con otros congéneres, salir y moverse varias horas al día y ver cielo
y campo, pastar, revolcarse, botarse, etc. Igualmente, después de un día de
trabajo, el caballo necesita moverse varias horas/kilómetros para activar su
circulación, desechar residuos, etc. No tiene sentido y es peligroso dejar un
caballo en un box varios días, pero más aún si ha trabajado duro antes.
Tengamos en cuenta que queremos que nuestro caballo sea un deportista motivado,
no un prisionero.
7. Equipamiento
Un equipamiento
que sea obsoleto o inadecuado, no
permitirá que el caballo rinda bien. Bocados o filetes no adecuados provocarán
una tensión en el caballo que se trasladará a distintas partes del cuerpo
equino que a la larga provocan lesiones. Igualmente monturas que impiden el
movimiento natural de las espaldas, bastes en mal estado que provocan posturas
forzadas del caballo, un protector de dorso que hace más daño que proteger,
montura de medidas inadecuadas, o cinchas estrechas y sin elásticos a ambos
lados que impiden que el caballo respire adecuadamente y ejercite la
musculatura abdominal plenamente. Sin un equipamiento adecuado, el caballo no
puede ejercitarse correctamente. ¿Algún alpinista o corredor de fondo entrena con mochilas viejas y que les
provocan daño o son incómodas?
8. Programa de entrenamiento.
Y una vez
hemos tenido en cuenta todos los parámetros anteriores, nos pondremos a
elaborar el programa de trabajo. En este programa, deberemos incluir trabajo
sin el peso del jinete como mínimo dos días en semana. Como he dicho antes,
cada vez hay más estudios científicos que demuestran que el dorso del caballo
no es un yunque de acero que lo aguanta todo (de hecho ya hay estudios hasta
sobre cuánto peso puede soportar un caballo sobre su dorso sin lesionarse), y
debemos darle un par de días de trabajo suave pie a tierra para que pueda
ejercitarse con su dorso libre (y sin riendas de atar ni artilugios similares).