Esta es mi cuarta reflexión sobre la mano del caballista. Y
no creo que sea la última.
El origen de todas ellas es, como dice JEAN LICART, aprender
a sustituir los reflejos de peatón que
incitan a agarrarse y tirar de las riendas, por los reflejos del caballista,
que son totalmente contrarios, los cuales se consiguen por educación y la
consiguiente práctica. Saber primero y saber hacer a continuación.
Lo escrito hasta
ahora se refería a la acción simultánea de ambas manos. Hoy voy a explicar el
por qué de la importancia de distinguir la acción de cada mano. El origen está
en la diferencia de movimientos de un lado y otro del caballo, es decir, de la
asimetría de movimientos. ¿Esto cuando ocurre? En dos ocasiones fundamentalmente:
1ª Cuando trabajamos en pista en donde se está girando
continuamente
2ª Al galope siempre
porque es el único aire asimétrico del caballo (paso y trote son aires
simétricos)
Que yo recuerde, los primeros que citan la rienda exterior son los americanos hace
poco más de un tercio de siglo cuando hablaban de pierna interior y rienda
exterior. Y una de las pioneras fue Anne KURSINSKI. La escuela francesa, mucho antes, ya hablaba de la rienda de
oposición –o diversas riendas de oposición- y sus efectos sobre el caballo (del
que más aprendí, del Comandante Des SALINS. Sobre todo aprendí a utilizar la
rienda contraria de oposición) Pero en ningún caso se habla de los por qué ni
de los distintos comportamientos de cada mano o, mejor dicho, de cada brazo. Y para
entenderlo mejor nos ponemos en una situación similar a lo que va a ocurrir con
el caballo. Es cuestión de imaginación.
Así pues nos imaginamos caminando sobre un círculo – más
correctamente, una circunferencia- de unos diez metros de diámetro y una persona
detrás de nosotros aguantándonos de los hombros, como si le tuviéramos que
llevar.
Primera constatación: al girar en corto, y teniendo que
hacer fuerza, nos damos cuenta de que nuestro gesto confortable y económico
hace que con el pie de dentro nos aguantemos y con el pie de fuera empujemos.
Como somos nosotros los que lo hacemos es muy fácil tomar conciencia de ello y
comprobar, repito, que el pie de dentro es con el que nos aguantamos y con el
pie de fuera empujamos.
Segunda constatación: Cuando tenemos que tirar de una
persona que nos sujeta con sus manos de nuestros hombros, pueden ocurrir dos
casos extremos: que nos aguante de nuestro hombro exterior con su mano también
exterior, o de nuestro hombro interior con su mano interior. Y aquí es donde
notamos una diferencia abismal.
Si nos aguanta con la mano exterior, nos obliga a empujar
más con el pie exterior, pero seguimos el trazado de la circunferencia.
En cambio, si nos aguanta con la mano interior nos vemos
obligados a empujar con el pie interior cuya misión es aguantar pero no
empujar. Conclusión, acabamos girando sobre nosotros mismos. Imposible seguir el
trazado de la circunferencia prevista.
Exactamente es lo que siente el caballo según le aguantemos,
en una vuelta o al galope, con una mano o con otra. Y, desde luego, nosotros
caballistas no podemos sentir lo mismo. Pero si lo sabemos, seremos conscientes
de que cuando nos agarramos de la rienda de dentro en una vuelta nos estamos
engañando. (Los buenos vaqueros lo tienen claro y no se engañan)
Dificultad añadida: instintivamente utilizamos la rienda de
dentro sistemáticamente. Ya lo decía LICART.
Paz y espero que le sirva a alguien