Al igual que G. LEBON y L. de SEVY pienso
que la Equitación y el conocimiento del caballo son susceptibles
todavía de mejorar mucho si este progreso se hace con criterios
científicos.
"La Equitación no es una
ciencia, es un arte", se oye decir a menudo. Esta frase
enseñada se propaga, se repite hasta la saciedad, acabando como una
verdad absoluta, un dogma inatacable. Hay muchos que ni intentan
franquear esta barrera construida a base de palabras y que se les
coloca delante como un muro infranqueable.
¿El resultado de esta manera de pensar?: que no hay ningún investigador, no hay quien razone la Equitación con
espíritu científico.
Pienso que el enfrentar estos dos
conceptos es un error: ciencia y arte. Al contrario, yo creo que
ambos conceptos debieran ir cogidos de la mano.
¿Acaso la Equitación
no es un arte científico?
A cada ciencia principal se le unen una
o varias artes. A la geología, la metalurgia y el arte lapidario; a
la física, la óptica, la acústica; a la zoología, la medicina,
el arte veterinario, etc. La Equitación, como las otras artes
científicas, no es distinta de las ciencias aplicadas, su objetivo
principal es la aplicación de la mecánica, zoología y sicología.
El arte, aquí, es la aplicación de los conocimientos adquiridos;
esta concepción del arte dentro de las artes científicas, hace
decir justamente a D’Alembert que "el arte se adquiere por
el estudio y el ejercicio".
Demos al César lo que es del César y
a este don que se le atribuye a los maestros en Equitación, su
verdadero nombre: habilidad. Y esta habilidad debe tender incluso a
reducirse a la teoría. Una gran parte de habilidad existirá siempre
en Equitación, ciertamente, pero no será más que profundizando en
el aspecto científico cuando la Equitación progresará. El doctor
Gustave Lebon escribió a este propósito que "La habilidad en la
Equitación es ciertamente importante, pero el empleo metódico de
los principios seguros conduce sin lugar a dudas a resultados
superiores".
Escribe L. de Sevy en la “Revu de
Cavalerie”:
"Si, como hace resaltar el
General L’Hotte, los más grandes maestros de la Equitación han
formado pocos alumnos, hay que reconocer que la falta no viene
solamente de estos últimos. Particularmente favorecidos por los
dones de la naturaleza, los virtuosos de la Equitación no parece que
hayan buscado 'el razonar su arte'. Han evitado sistemáticamente
caer en la tentación de analizarlo, temiendo estropear su ideal al
someterle a un análisis demasiado preciso y riguroso. Su instinto,
estoy seguro, les hace presentir que la perfección del acto reflejo
nada va a ganar con la investigación. Más próximos al ideal que al
apóstol, se apresuran a proclamar que 'la nota del arte no puede
encerrarse en una fórmula'. Queda por fijar los límites de este
arte inalcanzable por el análisis rebelde a toda enseñanza".
"Actualmente –continua L. de
Sevy-, el cine a cámara lenta, verdadero microscopio del movimiento,
permite un estudio minucioso del movimiento que escapa completamente
al ojo humano y se presta, por consiguiente, a un estudio
experimental en profundidad. Además, el progreso sobre los estudios
de mecánica animal permiten interpretar científicamente todos los
fenómenos observados.
A partir de aquí nada parece oponerse
a la puesta a punto definitiva de una doctrina segura, establecida a
la vez sobre los datos experimentales más certeros y sobre las bases
científicas más seguras. Es, por esta vía, por la que se encuentra
el progreso de mañana".
Mi comentario:
Estas reflexiones forman parte del
libro “Le Cheval Barbe et son Redressage” escrito por el entonces
Teniente JEAN LICART durante la década de los años veinte del siglo
pasado. Y lo escribió a raíz de su destino al regimiento o
escuadrón de “spahis” en Marruecos y tomar nota de cómo se
montaba al caballo berberisco: cuellos invertidos, corvejones fuera y
sufriendo. En el epílogo expone brevemente lo que tuvo que aguantar
de las autoridades militares –él un simple teniente recién salido
de la academia- pero no se arredró y al cabo de ocho años de
investigación –el que lea el libro me dará la razón- lo
publicó. Las autoridades pertinentes debieron encargarse de dejarlo
en el baúl de los recuerdos, porque ya nunca más se supo. Yo lo
descubrí en Fonds.Ancienne.Equestre-info, biblioteca digital de
libros de caballos anteriores a la segunda guerra mundial. Muy
recomendable para el que controle el francés. El libro y la
biblioteca.
Estamos en el 2015, y El Libro Blanco
sobre la Profesión Docente está recién estrenado. Y no sé lo que, en
principio, pueda afectar a los profesionales de la enseñanza a
través del caballo (ya no me atrevo a decir sólo enseñanza de la
Equitación), mis colegas jóvenes. Sí que voy a transcribir una
frase de su director JOSÉ ANTONIO MARINA, leída en su página web:
“Más que un Libro Blanco es una
propuesta inicial para ser debatida, completada, desechada o
aceptada. Mis colaboradores y yo pretendemos revisar la mejor
documentación disponible sobre el tema, ponerla a disposición de
todo el mundo y consultar a personalidades expertas, pero sin
pretender dar una visión completa, exhaustiva o consensuada”
Sigo viendo en nuestro mundo del
caballo muy poca orientación en el mundo de la enseñanza. En los
cursos de técnicos veo más preocupación por enseñar lo que se
sabe y muy poca por enseñar lo que se debe. Y esto depende más de
instancias superiores.
En mi breve –sí, breve- discurso
cuando la Federación Nacional me impuso la medalla de oro de la
Formación Ecuestre, insistí en la necesidad de enseñar lo que se
deba, no contentarse con lo que se ha ido aprendiendo –con muy poco
rigor, la verdad, y documentación casi nula- y, en el mejor de los
casos, perfeccionar lo aprendido. Claro, sin cuestionarlo. Esto
exigiría documentación (y en España, idiomas), tiempo de estudio,
discernimiento, discusión, tanteos y elección. Hace 24 años empecé
mis “Apuntes para Caballistas”. Iba traduciendo de unos cuarenta
libros lo más importante que pudiera servir a mis alumnos aspirantes
a monitores territoriales (por lo menos que tuvieran algo de buena
documentación). Al final del libro incluí un artículo personal que
venía a ser, creo, algo así como conocernos para montar mejor. La
primera frase de los Apuntes, del libro del GENERAL L`HOTTE
“Questions Equestres”, decía: “En Equitación, incluso para enseñar
los principios, hace falta saber mucho”
No recuerdo la definición de
“enseñar” de nuestra Academia de la Lengua, pero sí me sé de
memoria la de “aprender”, porque de lo que yo enseñe aprenderán
mis alumnos. La transcribo una vez más:
APRENDER: incorporar nuevos
conocimientos que nos ayudan a cambiar nuestro comportamiento.
Paz, y espero que sirva a alguien.