jueves, 11 de junio de 2015
El Gimnasio Hípico
jueves, 4 de junio de 2015
MI MANO. 2ª parte. Publicado en la revista Ecuestre
En el artículo anterior hablaba de la distinción de las dos
funciones de la mano que se han ido desarrollando a lo largo de la
evolución, hasta hacernos totalmente distintos
a las demás especies animales.
Pero ésta no es la única polaridad de la mano que nos
encontramos como caballistas: el distinguir entre tirar y resistir es uno de
los mayores retos que se nos presenta en nuestro quehacer diario de “hombre de
a caballo”. Y también aquí hemos de hablar de tirar, resistir y educación. Y
conviene volver al consejo de San Agustín: “Lo primero en el orden de la
intención –tirar cuando haya que tirar y resistir cuando haya que resistir-, es
lo último en el orden de la ejecución”: se tarda mucho tiempo en conseguir ese
control de nuestra mano y brazo.
Dos consejos que también hay que tener muy en cuenta:
El del emperador Marco Aurelio cuando decía: “Acostúmbrate a
las cosas que desesperaras alcanzar; pues la misma mano izquierda, débil de
ordinario, falta de hábito, sin embargo maneja el bocado del caballo con más
firmeza que la derecha; y es porque ella ha adquirido el hábito”
A mediados del siglo pasado, Gordon Wright, el primer autor
hípico estadounidense de renombre, decía: “Una buena mano la puede adquirir cualquier
jinete mediano, pero no en un día ni en un mes, sino siempre pensando en ello
cuando se está a caballo y, ya pie a tierra, reflexionando sobre los resultados
obtenidos”. Como si lo hubiera dicho el mejor pedagogo actual del mundo del
caballo. Para conseguir el objetivo hacen falta fuertes dosis de ilusión,
atención, esfuerzo y reflexión.
La primera pregunta que nos planteamos es: ¿cómo se puede
llegar a distinguir entre tirar y resistir? La respuesta es puramente
fisiológica: son dos acciones totalmente distintas, luego los grupos musculares
que utilizamos serán distintos, aunque todos situados en nuestros brazos. La consecuencia de utilizar
unos músculos u otros es mecánica. Y acaba complicando la situación la carga
emocional del caballista.
Aclaración fisiológica: se tira con el bíceps y se resiste
con los dedos, cuyos músculos flexores y extensores, recuerdo, los tenemos en
los antebrazos. Ejemplos de nuestra vida cotidiana: cuando frenamos la
bicicleta y exprimimos un limón, lo hacemos con los dedos –los músculos del
antebrazo-. Cerramos una puerta y
golpeamos, tirando con el bíceps. ¿Cómo y dónde lo percibimos mejor? En
nuestro codo: al resistir permanece inamovible –ni se abre ni se cierra-; y al
tirar siempre –o más bien, normalmente- lo cerramos. A caballo, es siempre. La
educación empezará por tomar conciencia de la diferencia entre ambos usos de
nuestros brazos. Y no es tan complicado; basta con saberlo y entrenarlo,
incluso en nuestra vida cotidiana de peatón; estos momentos también educan y
mucho más de lo que nos creemos. Marco Aurelio y unos pocos siglos antes
Aristóteles, nos recuerdan la importancia de adquirir buenos hábitos. Gordon
Wright, nos ha dicho cómo.
Jean D’Orgeix nos dió uno de sus mejores consejos al
recomendarnos que el músculo a proscribir por el caballista –vamos, a utilizar
en muy contadas ocasiones- es el bíceps. Sólo por esto ya podemos estarle muy
agradecidos.
¡Y los caballos encantados!
Paz para caballos y caballistas
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