El pasado mes escribía sobre la TRIPLE E: ÉTICA, EMPATÍA,
ERGONOMÍA
Este mes intento hacer algunas aclaraciones, y profundizar,
sobre la Ética en el mundo del caballo. Y para ello me voy a servir de un libro
que debo recomendar encarecidamente: “¿Para qué sirve realmente…? LA
ÉTICA” de ADELA CORTINA (Editorial
Paidós).
En el capítulo 3 hay un apartado cuyo título es: “Los
animales y la Tierra tienen valor, pero no derechos”, y que debemos aplicar al
caballo. Podemos amar a nuestro caballo, lo que no debemos hacer es atribuirle
cualidades propias de nuestra condición humana como es el sentido del bien y
del mal. Un caballo no es bueno ni malo –mal que nos pese-, es sencillamente,
caballo: no puede tener conciencia de derechos ni de deberes. Y hará o no
hará lo que le pedimos según interprete lo
que vulgarmente llamamos las ayudas. Creo no ser el único que me he bajado en
más de una ocasión del caballo para que lo monte otro que le “va a sacar” lo
que yo no he podido. También debo decir que me monto a menudo en caballos de
mis alumnos para demostrarles lo que quiero que ellos hagan. Y es el mismo
caballo con uno que con otro jinete, pero las respuestas son totalmente distintas
porque “siente” a cada uno de manera diferente. En lenguaje coloquial
utilizaríamos la palabra “entiende” en lugar de “siente”, aunque ésta es la
correcta. Como decía, no podemos atribuirle cualidades que no tiene, como es el
entendimiento o razonamiento. El cerebro del caballo, como el de todos los
animales, carece de corteza prefrontal,
por lo que no puede razonar como los humanos, ni tiene sentido moral ni tampoco
del futuro. Sí tiene dos capacidades, las de adaptación y de aprendizaje, yo
diría tan extraordinarias, que nos incitan a atribuirle otras puramente humanas
y que, por supuesto, naturalmente no tienen.
¿Cuál debe ser la actitud ética ante el caballo? La de
respeto y cuidado ante lo valioso y vulnerable de nuestro noble bruto.
Precisamente, el capítulo 3 está dedicado a “cuidar de sí mismo, cuidar de
otro”
Otra cuestión ética, que no la última, se refiere a los
profesionales de la enseñanza de la Equitación. En el capítulo 7º “ser
profesionales, no sólo técnicos”, ADELA CORTINA nos habla de la importancia de la
calidad educativa, de la diferencia entre lo que es un auténtico profesional y
lo que es un simple técnico, de la ética de la responsabilidad profesional
–definir claramente los fines, que no son los del cortoplacismo egoísta- y de
universalizar la excelencia, en donde destaca la necesidad de aprender a
competir consigo mismo, en no conformarse, en tratar de sacar día a día lo
mejor de las propias capacidades, lo cual requiere esfuerzo.
Mi recomendación primera a colegas –todos más jóvenes que
yo- que han optado, u optan, a los títulos de técnico deportivo, es siempre la
misma y bien breve: aprende a enseñar lo que debas y no te limites a enseñar lo
que sepas.
También recomiendo al lector – máxime en estas fiestas
navideñas- la oración del Dr. R. NIEBUHR, que la leí por primera vez en un
libro australiano de caballos: “Horses are made to be horses” de R. MAIRINGUER.
Mi versión castellana es como sigue:
Oh Dios, dame paciencia y serenidad para aceptar las cosas
que no puedo cambiar
coraje
y fortaleza para cambiar las que sí puedo
y sabiduría para discernir ambas
Paz y espero que le sirva a alguien
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