miércoles, 31 de julio de 2013

UNA ACLARACIÓN SOBRE LAS RIENDAS LEWELING. Por Félix Lara

Tras lo escrito por José Manuel  en el  blog sobre  las riendas leweling  (ledering o Thiedemann- desconozco el nombre correcto, pero de tener que renombrarlas yo me decantaría por deslizantes con tope-) estuvimos conversando sobre los pormenores de su uso y de como he refinado su empleo gracias a sus explicaciones sobre las alemanas -ya que, su mecanismo fundamental es idéntico- El que me hizo saber de su existencia -me enseñó su sencilla fabricación- y ajuste fue J. Sureda. Creo que lo que las diferencia de las alemanas, cara al jinete, es que éste no tiene que preocuparse de elegir la combinación perfecta del largo de la rienda deslizante en conjunto con la rienda normal para que el cuello trabaje bien en estiramiento -su cometido-: nuca debajo de la cruz, cara en la vertical y cuello recto. Claro está, esto depende de haber realizado un ajuste previo correcto, cosa que no es muy difícil si disponemos de alguien pie a tierra que nos de norte del perfil del cuello y de la colocación del caballo. Las ventajas para el jinete menos experimentado y novel en el uso de rendajes auxiliares pasan, en primer lugar, por llevar en la mano sólo un juego de riendas, y en segundo lugar -esta ventaja la disfruta más bien el caballo- nos garantizamos el no abusar de acortar la rienda deslizante, que es la que encapota al caballo, pues tiene tope. Por lo tanto, cuando buscamos una posición alta en la nuca acortando riendas, solo actúa la rienda normal y la deslizante queda en banda. Al solicitar extensiones de cuello, primero la rienda deslizante va tensándose a medida que el cuello desciende y se estira, y cuando esto ocurre, tenemos que estar muy concentrados en abrir los codos del todo para conseguir la extensión de cuello completa. Mi experiencia personal con ellas es magnífica, las he usado en caballos rígidos, con tendencia a  invertirse y a las pocas sesiones su gesto se vuelve más educado hacia abajo.

Apéndice sobre su fabricación y ajuste.


Todas las versiones comerciales que he visto van montadas sobre martingala, pero creo que para que funcionen correctamente tienen que parecerse lo máximo posible a unas alemanas. Para ello, os propongo una idea de cómo fabricarlas fácilmente. Para la rienda deslizante utilizo una cuerda de 0,5 cm de diámetro –de ferretería- y un par de mosquetones de gatillo. Para la rienda normal se debe coser una hebilla de medio punto a 35 cm del extremo que abrocha en el filete. –Aquí necesitaremos la ayuda de un guarnicionero- (Ver croquis con medidas y fotografías de ambas riendas). Las medidas que propongo, a mí me funcionan muy bien, pero bastará ir probando y alargar o acortar al gusto.






Para su colocación ponemos un extremo de la rienda deslizante en la cincha –como en las alemanas- las pasamos entre los anteriores del caballo y a continuación por la anilla de filete    -de dentro hacia fuera- para finalmente colocar el mosquetón en la hebilla de medio punto de la rienda normal. 

lunes, 8 de julio de 2013

CONTESTANDO A GONZALO

He intentado publicarlo como comentario, pero no lo he conseguido. Así que opto por esta vía que tengo mas trillada pensando, además, que puede aclarar ideas a más gente.
Yo voy a dar, lógicamente, mi opinión de las Lewelin
Que son una variante de las riendas deslizantes, conocidas en España como riendas alemanas. Las Lewelin son unas riendas deslizantes limitadas porque, en lugar de llegar a las manos, se abrochan  a mitad de las riendas normales, con lo cual actúan independientemente de la mano del jinete/amazona; en cambio, sí actúan cuando el caballo intenta “descolocar” su cara.
Yo, personalmente, las he utilizado en muy contadas ocasiones, entre otras razones porque sigo siendo adicto a la utilización  positiva de las riendas deslizantes –alemanas-.
El gran problema del buen uso de estas riendas está en el correcto funcionamiento del cuello del caballo; y para ello hay que conocerlo por dentro, y no sólo por fuera –con sus diferentes posiciones- .
En algunas ocasiones ya he hablado de la forma de “S” de las vértebras cervicales –del cuello- que le permiten adoptar tantas posiciones distintas, unas buenas y otras malas o malísimas.  Dicha forma de “S” es lo que le permite al caballo alargar el cuello al enderezarse  o acortarlo –invertirse-, al encoger la “S”.
Voy a intentar ir al grano aclarando conceptos: si el caballo baja la cabeza por la acción de la rienda deslizante (alemana), necesariamente  estira el cuello, luego las riendas tienen que ceder para permitir dicho estiramiento. Si jinete/amazona no acompaña, al caballo no le queda mas remedio que encoger –invertir- el cuello o enroscarlo –encapotándose- (roll-kur). Hay una articulación que se cierra excesivamente, y que salta a la vista, que es la de la nuca. Y también hay otra que sufre las mismas consecuencias pero que, lamentablemente, no salta a la vista porque está muy oculta entre las espaldas del caballo, y es la de la base del cuello. Ambas articulaciones son perfectamente palpables en el cuello humano y sabemos de la importancia de ambas. En cambio, la de la base del cuello del caballo, alguien nos la tiene que enseñar y explicar su funcionamiento para actuar en consecuencia, o sea, y como se dice ahora, buscando el bienestar del caballo. Otro gallo le hubiera cantado a nuestro noble compañero de fatigas si esto que estoy explicando se hubiera sabido hace unos miles de años: no veríamos los cuellos invertidos de los que tiraban de cuadrigas –el tiro del collar era totalmente irracional porque tiraban de la tráquea-, ni de los jinetes que, al no dejar poner bien el cuello al caballo, los manejaban con unas embocaduras que más bien eran instrumentos de tortura. Los mejores jinetes de aquella época eran los que apenas –o nada- se servían de la boca del caballo: númidas e, incluso, celtíberos, nuestros antepasados que algo sabían hacer bien: respetar al caballo para sacarle el máximo partido (mucha parte de la resistencia numantina se debió a las escaramuzas  de sus jinetes). Como decía BAUCHER: “busca que tu caballo se crea que es el amo para que acabe siendo tu esclavo”. Hoy en día seguimos teniendo problemas parecidos a los de aquella época y por la misma razón: desconocimiento (o ignorancia). Insisto, a muchos les gusta saber pero pocos son los que quieren aprender.
Conclusión: para manejar bien el cuello-cabeza del caballo, su balancín, hay que conocerlo en profundidad. Y es lo que estamos haciendo continuamente con las riendas, manejar el balancín. Lo que ha hecho LICART por el caballo –descubrirnos su funcionamiento desde dentro-, no lo había hecho nadie anteriormente. O hay que ser un FICO MORUGAN, por ejemplo.
Bueno Gonzalo, -correligionario de Morugan (te aseguro que hay un montón más)- espero haberte aclarado algo. Lo que no sé si directa o indirectamente
Paz y espero que le sirva a alguien más

 N. B. La definición que  me apropio de “aprender”: incorporar nuevos conocimientos que nos ayudan a CAMBIAR nuestro comportamiento (o sea: saber mas para cambiar a mejor)