domingo, 30 de junio de 2013

CONVERSACIÓN CON PACO


Este fin de semana he podido disfrutar de hijo, hecho muy poco habitual. Estar a 500 kilómetros de Valencia no lo facilita. Como de costumbre, hemos montado juntos un rato, y también hemos hablado de caballos.
Pero ha sido un "finde" bastante especial: primero porque han montado juntos mi hija, mi hijo y mi nieto. La primera vez que ocurre. Y, segundo, porque de la conversación hípica que hemos mantenido,  me aclara, creo, la ocurrencia que estoy escribiendo.


Sigo preocupado, o mas bien ocupado, en la evolución de la equitación de los últimos tiempos, prácticamente desde principios del siglo pasado hasta nuestros días. Porque en nuestro deporte hay cierta tendencia a anclarse en el pasado, de ahí el aferrarse a la escala de entrenamiento que data, nada menos, que de 1912 y que se pensó para la equitación militar. Está pasando en el siglo XXI lo mismo que en el siglo XIIII antes de Cristo con el “entrenamiento del caballo hitita” que, de las primeras tablillas a las últimas que se escribieron, nada menos que pasaron 150 años, y esto se sabe, no por la evolución del texto, sino por el carbono 14 que dictaminó que de las primeras tablillas a las últimas había pasado siglo y medio.  Esta evolución en el tiempo, en la época que vivimos es totalmente distinta. En cualquier deporte hay cambios sustanciales en muy pocos años. Hace muy poco tiempo era impensable que un motorista se rompiera la clavícula en los entrenamientos de una carrera y que, después de operado, pudiera correr dicha carrera. Esta semana lo acabamos de vivir con Jorge Lorenzo.

Paco, mi hijo, me dice que el primer paradigma de la equitación del siglo XX fue la revolución caprilista (Federico Caprilli): cambio del asiento del jinete en el salto y su coordinación con el caballo. Pero yo creo que es el primero de otros dos que ya estamos viendo en la alta competición de salto pero que aún no se les ha puesto nombre y que, yo creo, afectan a la equitación en general y no a una disciplina en particular.

Federico Caprilli
El primero es el cambio de estatus del caballo: deja de ser un mero instrumento o un animal al que hay que someter –normalmente por la fuerza, o por el arte de los artistas (los menos) – y en su lugar se habla de adaptación o colaboración entre caballo y caballista . En dicho binomio, cada uno tiene una misión específica que cumplir. Consecuencia de ello es el aumento tan espectacular de la participación femenina en nuestro deporte. Y es porque la sensibilidad –y no la fuerza- debe ser la base de la relación nuestra con el caballo. El problema está que, en cuanto fallan los conocimientos, el recurso más inmediato es la fuerza. A los aspirantes a caballistas os recomiendo que os fijéis en la manera de utilizar sus manos  los jinetes de élite en la pista de ensayo. Lamentablemente, aún se habla demasiado de caballo “sometido”, cuando debiéramos emplear otra expresión donde dejara claro que caballo y caballista hacen en cada momento lo que deben –insisto, cada uno lo suyo- con lo que el resultado tenderá a la perfección. Este nuevo concepto de comunicación persona/caballo, el contacto, debe ser la primera ocupación del aspirante a caballista. La cual, como toda actividad humana, debe ser educada. De ello escribiré en breve.

El segundo es el nuevo equilibrio que se le da al caballo, que se va aproximando al que debe ser, y esto se nota sobre todo en el salto y que, como decía al principio, se ve perfectamente en la alta competición. Gracias a youtube es fácil comparar recorridos actuales con los de hace un tercio de siglo y más. Antes se atacaba el salto con la cara suelta para estirar el cuello –los pobres animalitos saltaban como podían- y hoy se llega al salto apretando el culo los caballos y poniendo el cuello en la vertical o casi. Y la cara horizontal o casi. Es el equivalente en los caballos al cambio de paradigma con el estilo Fósbury en el salto de altura. Sólo que el estilo Fósbury salta a la vista y en los caballos, el cambio de equilibrio, es menos visible. O no se enseña a ver. Espero en breve escribir sobre el cuello y cabeza del caballo como balancín del mismo y la importancia de su momento de la fuerza en el trabajo cotidiano.

Hace años tomé buena nota de la definición del baile que dió nuestro insigne bailarín Joaquín Cortés: EQUILIBRIO Y COORDINACION DE MOVIMIENTOS
Perfectamente aplicable a nuestra equitación

Paz y espero que os sirva a alguien       

  

viernes, 14 de junio de 2013

CONCURSO DE MADRID 1913. Del 28 de mayo al 12 de junio de 1913





Acaban de cumplirse cien años de este evento. Y considero muy interesante para los practicantes de la disciplina del salto –tanto profesionales como aficionados- el poder comparar los recorridos de antes con los de ahora. A juzgar por lo que vemos en ambos gráficos, da la impresión de que hoy se practica otro deporte. Sencillamente, ha ido evolucionando la disciplina hasta no parecerse en nada los recorridos de antes con los de ahora. 

De entonces sólo se conservan los títulos de las pruebas, Copa de Madrid y Copa del Rey. Y otro detalle, nefasto, que no entiendo como no se le ha dado una solución más digna: la eliminación por rehúses, desobediencias, errores, etc.  En esto seguimos como hace cien años, o sea, manteniendo una de las formas de cargarse la afición. Y pocas cosas más perduran.


Si los recorridos han evolucionado tantísimo, quiere decirse que el caballo y la equitación han evolucionado en la misma proporción. Mi primer recuerdo de un concurso hípico –entonces se llamaban así-  es el de Valencia de 1955, y que se celebró en el viejo cauce del río Turia (Recuerdo lo exótico del concurso: el teniente Rahali con su caballo Dinamita, precioso, y las amazonas, señoritas Tatona Lucas (¿), Paula Elizalde –Alpenjaeger- y Maria Luisa Arrate –-Añover de Tajo-) . Desde entonces, creo, no me he perdido ninguno, o sea que puedo dar fé de lo que han evolucionado los caballos y la –o mi- equitación desde entonces.

En enero del 2011 publiqué en este blog una entrada comparando dos recorridos de sendos jinetes importantísimos y separados solamente por 25 años. Nada que ver la equitación de uno y otro jinete, ni la técnica de uno y otro caballo. Seguro que dentro de otros 25 la diferencia respecto de hoy será por el estilo. Es más, no me extrañaría que dentro de una década hayamos alcanzado un conocimiento bastante más profundo del caballo y de las diversas técnicas de cada disciplina. A mí, personalmente me encantaría poder decirme que hoy sé mucho menos de lo que sabré entonces, dentro de diez años. Segurísimo que los caballos serán los primeros en agradecer ese cambio. En España debiéramos tenerlo más fácil porque somos conscientes de nuestro retraso respecto de Holanda y su entorno.



Donde parece que el tiempo se ha detenido es en la “escala de entrenamiento alemana” la famosa HDV12. Las siglas se refieren al manual del ejército para el entrenamiento del caballo del mismo. Y el 12 corresponde al año en que se puso en vigor: 1912, o sea, hace 101 años. Dudo que exista algún deporte en el que se mantengan criterios de entrenamiento, no ya de hace un siglo, sino ni siquiera de un cuarto. Tambien he de decir que no los conozco todos, pero sí muchísimos porque de todos intento aprender para poder aplicar a los caballos. Y encuentro cosas interesantísimas (aprendo mucho más de otros deportes que de la escala).  Sobre la escala he leído bastante en las lenguas romances que domino (al menos su lectura): español, catalán, francés, italiano y portugués. Y en inglés. El alemán no lo controlo pero he leído versiones en otros idiomas. Lo mejor que he leído sobre el tema es lo del Dr. Thomas Ritter  en ArtisticDressage.com. Lo recomiendo. Y está en la red. Está en alemán e ingles. Y el traductor, un pelín, ayuda. Empieza haciendo una crítica constructiva y acaba desmontando la escala. Como debe ser. Cuando la HDV 12 estuvo en su apogeo,  no existían otras siglas que en el siglo XXI resultan ser importantísimas en la educación, en el deporte y en toda actividad humana (y que pueden ser la clave de la superación de la crisis que nos va atosigando) : me refiero a I+D+I, es decir, Investigación +Desarrollo + innovación. Salirse de los criterios de la escala de entrenamiento (árbol, pirámide (= tumba), o escala de juzgar), es convertirse en un Galileo de la equitación –o sea, en un hereje- y lo peor, con la Inquisición amenazando con la hoguera.  Soy de la opinión que muchos hablan de ella pero pocos la practican. Lógico si estamos en el siglo XXI. Pero, al menos creo yo, no ayuda mucho. (¿Es la escala de entrenamiento nuestra Inquisición hípica?)

Hace pocos días leí en la prensa un comentario de, o sobre, Pep Guardiola –nuevo entrenador del Bayern de Munich C. de F. (club de futbol)- que me confirmó –un dato mas- por dónde debe empezar la escala de entrenamiento del siglo XXI. La información decía que Pep dedica cuatro horas diarias a estudiar alemán. Una buena comunicación exige un idioma común que la facilite o posibilite. Con el caballo ocurre lo mismo: hay que empezar por la mejor comunicación posible, que no quiere decir que sea buena desde el principio sino, sencillamente -estamos hablando de caballos-, que sea o exista. Del j/a dependerán los progresos          
Seguiré con el tema en la próxima entrada

Paz y espero que os sirva a alguien

jueves, 6 de junio de 2013

SALTO: GALOPE Y VUELTAS (Artículo publicado en la REVISTA GALOPE nº68)





Amazona de salto realizando una vuelta. Foto cortesia de Hervé Bonnaud


“Actualmente, se exige a los caballos de salto que tengan solidez, equilibrio natural, elasticidad natural, inteligencia innata, un buen  mecanismo, y una calma que excluya todo nerviosismo.  Es un nuevo tipo de caballo el que se pide”

“Es necesario que la cría produzca, con la ayuda de los Haras Nacionales, caballos que, desde que nacen, presenten todas las cualidades del caballo domado. El caballo en pleno equilibrio, que se lleva a sí mismo, con un buen temperamento y que ofrece un mínimo de dificultades al jinete, corresponde a este ideal y siempre dará satisfacciones”  

Estas líneas, que parecen escritas ayer, resulta que las escribió el Dr GUSTAVE  RAU –una eminencia hípica entonces (y seguiría siéndolo ahora)-  después de los Juegos Olímpicos de 1936. Hace 77 años. Hoy, se siguen los mismos criterio y yo, por razón de edad, puedo dar fé de lo q ha evolucionado el caballo en el último medio siglo. Pero el ideal sigue siendo el mismo de entonces.

Lo que está bien claro que el caballo de hoy no se parece mucho al de hace 77 años.  Es más, yo diría que  la evolución  en el  último cuarto de siglo ha sido enorme. No hay más que comparar los recorridos –o reprises-  de hace 25 años con los de ahora. Cómo se montaba entonces y cómo se monta ahora y cómo saltaban los caballos de entonces y cómo los de ahora.

Hoy en día se tienen ideas mucho más claras sobre el caballo y las diversas técnicas deportivas, lo cual permite que haya muchísima más gente que pueda acceder a un nivel  digno de competición. Y eso que aún queda un largo camino por recorrer, sobre todo en España.

Una de las ideas claras es la de que un recorrido consta de 10/12 segundos saltando (tranco de galope del salto) y mas de 50 segundos galopando (tranco de galope normal). Y, precisamente durante el galope entre salto  y salto, es donde el caballista puede y debe intervenir. Ademas, cada vez hay menos líneas rectas y los recorridos son más sobre curvas, e incluso con vueltas de mas de 180 grados.

Conclusión: la calidad del galope es prioritaria en el entrenamiento cotidiano del caballo de salto. Y esa calidad de galope no sólo dependerá  del entrenamiento A TODOS LOS AIRES  -sobre todo al PASO-, sino también del comportamiento del  caballista, o sea, de cómo maneje TODO SU PROPIO CUERPO. Dicho de otra manera:  cómo nos siente el caballo en todo momento. Mecánicamente, para el caballo somos primero  una mochila. Y segundo, una mochila inteligente porque actuamos sobre él

Una de las diferencias entre el buen caballista y el aprendiz, la expreso con la siguiente frase:  “que nadie lo vea pero que el caballo lo sienta”  (si no copiada, sí inspirada en LICART). ¿Qué quiere decir? Que el caballista no hace ningún gesto contrario al movimiento del caballo y sus manos  no dejan de transmitir  órdenes… y de  poner orden.  Esto, nadie lo ve, pero el caballo no deja de sentirlo y, lo que es más importante, se siente la mar de cómodo con un caballista que le facilita el trabajo en lugar de entorpecérselo.

Pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman, siendo algunas veces superior a los 45 grados. Foto cortesía de Doma Vaquera de Verdad 

Dos cualidades sobre las que se insiste en el galope  del salto:  nuca más alta de lo que se venía haciendo hasta  hace pocos años –cuello por encima de los 70 grados-,  y pies superactivos. De  esta manera se consigue, además,  acercarse a los principios de la Equitación clásica: caballo equilibrado –que se aguanta sólo, luego la mano no es la quinta pata-, y caballo impulsado, siempre  dispuesto a ir hacia delante, porque siempre está con los pies dentro y activos. Con una particularidad: las piernas del caballista son, fundamentalmente, para equilibrarse  y fijarse en la montura   -para facilitar el equilibrio y la  coordinación de movimientos con el caballo-,  y sólo esporádicamente se utilizan para activar los pies del caballo.

La dificultad en el entrenamiento, el trabajo diario, está en enseñarle al caballo a que se aguante con la nuca bien alta y los pies activos. En lecciones anteriores explicaba un  ejercicio muy bueno –pero seguro que no el único-para enseñarle  al caballo a que adopte esta actitud totalmente necesaria para saltar. Concretamente en las que explicaba el alargar estirando el cuello y acortar subiendo  la nuca –o el cuello, por encima de los 70 grados-. Alguien pensará que buscando esta posición forzada del caballo, lo que se conseguirá será invertirlo, que es lo contrario de lo que buscamos.  La solución me la dio KATHY  KUSNER  al exponer su teoría en una revista. 
   
Dice así:
“K.K. obliga inmediatamente al caballo a mantener una posición muy elevada sin que le preocupe  las contracturas que le pueda ocasionar. Activando el tercio posterior, obliga al caballo a remeter los pies y considera que habituándose a esta actitud, el caballo poco a poco se descontraerá  y encontrará su elasticidad natural”.  Como así ocurre cuando no se actúa contra el caballo
No cabe duda que este trabajo todavía resulta bastante antinatural para muchos caballos, pero es totalmente necesario si queremos que salten en buenas condiciones. 

No hay que olvidar que el caballo, desde hace millones de años y hasta hace bien pocos,  su único trabajo era correr hacia delante, y cuanto más rápido, mejor. Esta cualidad trabajosa es la que le ha permitido sobrevivir. Increíblemente, a su supervivencia, también ha contribuído el hombre: posiblemente sea la única especie animal que sobrevive gracias a la voluntad del hombre . Importantísima la intuición de nuestros antepasados de hace unos cinco mil años no dejando desaparecer al caballo. De lo contrario, segurísimo, la humanidad no se encontraría donde se haya en este momento.


Gráfico, de la revista L’Eperon  de agosto de 1951. Son las medidas de seis importantes caballos de salto de aquella época. Entre ellos,  Vergel,  un PRE con quien ganó nuestro Paco Goyoaga el Gran Premio de Paris de aquel año 


El caballo naturalmente,  se desplaza hacia adelante y sólo por selección humana y por educación  -y por su capacidad innata de aprendizaje-,  ha aprendido a desplazarse también hacia arriba, o sea, a saltar. Y cuando estos saltos se repiten en un corto espacio de tiempo, requiere una especialización que se perfecciona con el entrenamiento.

Hoy, aunque no lo sabemos todo ni mucho menos –aún quedan  muchos velos que quitar-, sí que tenemos ideas bastante más claras sobre el salto del caballo. Y cómo colaborar el caballista para que el gesto del caballo en cada momento sea el más confortable y económico posible (creo que son las dos cualidades fundamentales para cualquier atleta).

Hace diez años, en la Universidad de Upsala  (la más importante  de Suecia en cuanto a trabajos sobre el caballo, y yo diría la más importante del mundo en lo nuestro), celebró el primer seminario sobre el salto.  En él participaron nombres bien conocidos como Henk Nooren, María Gretzer y Bo Helander. Creo interesante dar a conocer las conclusiones por lo que a nuestro trabajo cotidiano conciernen.

Cuatro rasgos fundamentales del buen caballo de salto:
1º ténica del salto: línea superior redonda y espaldas yendo hacia delante (yo añado lo que más salta a la vista en el buen manejo de las espaldas: antebrazos horizontales)
2º batida explosiva (lo que equivale a una importante componente vertical  en el tranco de batida)
3º habilidad en el galope para acortar y alargar el tranco sin perder el equilibrio en ningún momento. (Como decía antes, esta es la habilidad que más tiempo lleva en el entrenamiento. Y, por ello, es la que más se valora a la hora de comprar un buen caballo de salto)
  carácter: querer ir hacia el salto sin perder la calma. (Ni el equilibrio)

Al final, lo que predomina es el equilibrio. Con el caballo más, porque no razona. Y su equilibrio síquico depende, fundamentalmente, de su equilibrio físico (el nuestro depende en mucha parte pero no en toda). El caballo puede echar mano de su memoria, pero no de su razonamiento –como nos ocurre a los humanos- por la sencilla razón de que no lo tienen. En cuanto al carácter del caballo, hay que tener en cuenta que es mucho más sencillo que el del hombre –insisto, los caballos, mentalmente, son mucho más simples que nosotros- pero sí los hay con mejor o peor voluntad. Pero ¿hasta qué punto depende de nosotros que somos su piloto? No cabe duda que dentro de unos años sabremos mucho más sobre este tema y otros.
Hace unos años todo –a caballo- era hacia adelante. Hoy es, primero hacia arriba –equilibrio-  e inmediatamente hacia delante. Porque lo difícil –o dificilísimo- es ir hacia delante sin perder el equilibrio. Y es lo que no nos podemos permitir en ningún momento en un recorrido de salto: perder mínimamente el equilibrio. 

Creo que fue con Hugo Simon y Apricot cuando tomé conciencia de la recuperación del equilibrio , justo cuando se estaba recibiendo del salto (¿hace un cuarto de siglo?). El primer tranco de galope después de la recepción , el caballo lo daba ya con un equilibrio perfecto. Hoy es  bastante común verlo en jinetes muy buenos o caballos con un equilibrio natural excepcional.  Pero para que sea un denominador común  aún falta tiempo. 

Una de las dificultades con las que nos encontramos, creo, es que nos resulta mucho más fácil percibir los cambios de velocidad –que, a menudo, confundimos con impulsión- que los de equilibrio. Porque estamos hablando del equilibrio del caballo –que, además, es horizontal- y no del nuestro propio . La percepción mejora, lógicamente, con el entrenamiento, intentando y queriendo ser conscientes del mejor equilibrio para el caballo. Y con la ayuda de un buen profesor, mejor.

VUELTAS.   Siempre se había hablado de dar las vueltas redondas, incurvándose el caballo de nuca a cola; hoy sabemos que la realidad es otra. Como muestra de ello las dos fotos, una de una amazona de salto y la otro de un jinete de vaquera, coincidentes ambos en la inclinación –y  tan importante, la alineación- del binomio.    En esta posición el caballo mantiene su columna vertebral bien derecha y enrosca el dorso para que avance mucho el pie de dentro que es el que aguanta. Y yo creo que pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman, siendo algunas veces superior a los 45 grados. Esto es perfectamente cuantificable incluso en estas fotos.

En galopes lentos, como los de las reprises de doma, sí que es posible mantenerse en una posición vertical, pero sigo dudando de la incurvación; por una razón fundamental: la columna vertebral del caballo no se incurva como nosotros creemos porque, sencillamente, no puede. Como compensación, el caballo enrosca el dorso para meter más el pie de dentro.

Paz y espero que os sirva a alguien