Amazona de salto realizando una vuelta. Foto cortesia de Hervé Bonnaud
“Actualmente, se exige a los caballos de salto que tengan
solidez, equilibrio natural, elasticidad natural, inteligencia innata, un
buen mecanismo, y una calma que excluya
todo nerviosismo. Es un nuevo tipo de
caballo el que se pide”
“Es necesario que la cría produzca, con la ayuda de los
Haras Nacionales, caballos que, desde que nacen, presenten todas las cualidades
del caballo domado. El caballo en pleno equilibrio, que se lleva a sí mismo,
con un buen temperamento y que ofrece un mínimo de dificultades al jinete,
corresponde a este ideal y siempre dará satisfacciones”
Estas líneas, que parecen escritas ayer, resulta que las
escribió el Dr GUSTAVE RAU –una
eminencia hípica entonces (y seguiría siéndolo ahora)- después de los Juegos Olímpicos de 1936. Hace
77 años. Hoy, se siguen los mismos criterio y yo, por razón de edad, puedo dar
fé de lo q ha evolucionado el caballo en el último medio siglo. Pero el ideal
sigue siendo el mismo de entonces.
Lo que está bien claro que el caballo de hoy no se parece
mucho al de hace 77 años. Es más, yo
diría que la evolución en el
último cuarto de siglo ha sido enorme. No hay más que comparar los
recorridos –o reprises- de hace 25 años
con los de ahora. Cómo se montaba entonces y cómo se monta ahora y cómo
saltaban los caballos de entonces y cómo los de ahora.
Hoy en día se tienen ideas mucho más claras sobre el caballo
y las diversas técnicas deportivas, lo cual permite que haya muchísima más
gente que pueda acceder a un nivel digno
de competición. Y eso que aún queda un largo camino por recorrer, sobre todo en España.
Una de las ideas claras es la de que un recorrido consta de
10/12 segundos saltando (tranco de galope del salto) y mas de 50 segundos
galopando (tranco de galope normal). Y, precisamente durante el galope entre
salto y salto, es donde el caballista
puede y debe intervenir. Ademas, cada vez hay menos líneas rectas y los
recorridos son más sobre curvas, e incluso con vueltas de mas de 180 grados.
Conclusión: la calidad del galope es prioritaria en el
entrenamiento cotidiano del caballo de salto. Y esa calidad de galope no sólo
dependerá del entrenamiento A TODOS LOS
AIRES -sobre todo al PASO-, sino también
del comportamiento del caballista, o
sea, de cómo maneje TODO SU PROPIO CUERPO. Dicho de otra manera: cómo nos siente el caballo en todo momento.
Mecánicamente, para el caballo somos primero
una mochila. Y segundo, una mochila inteligente porque actuamos sobre él
Una de las diferencias entre el buen caballista y el
aprendiz, la expreso con la siguiente frase:
“que nadie lo vea pero que el caballo lo sienta” (si no copiada, sí inspirada en LICART). ¿Qué
quiere decir? Que el caballista no hace ningún gesto contrario al movimiento
del caballo y sus manos no dejan de
transmitir órdenes… y de poner orden. Esto, nadie lo ve, pero el caballo no deja de
sentirlo y, lo que es más importante, se siente la mar de cómodo con un
caballista que le facilita el trabajo en lugar de entorpecérselo.
Pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman, siendo algunas veces superior a los 45 grados. Foto cortesía de Doma Vaquera de Verdad
Dos cualidades sobre las que se insiste en el galope del salto:
nuca más alta de lo que se venía haciendo hasta hace pocos años –cuello por encima de los 70
grados-, y pies superactivos. De esta manera se consigue, además, acercarse a los principios de la Equitación
clásica: caballo equilibrado –que se aguanta sólo, luego la mano no es la quinta
pata-, y caballo impulsado, siempre
dispuesto a ir hacia delante, porque siempre está con los pies dentro y
activos. Con una particularidad: las piernas del caballista son,
fundamentalmente, para equilibrarse y
fijarse en la montura -para facilitar el
equilibrio y la coordinación de
movimientos con el caballo-, y sólo
esporádicamente se utilizan para activar los pies del caballo.
La dificultad en el entrenamiento, el trabajo diario, está
en enseñarle al caballo a que se aguante con la nuca bien alta y los pies
activos. En lecciones anteriores explicaba un
ejercicio muy bueno –pero seguro que no el único-para enseñarle al caballo a que adopte esta actitud
totalmente necesaria para saltar. Concretamente en las que explicaba el alargar
estirando el cuello y acortar subiendo la nuca –o el cuello, por encima de los 70
grados-. Alguien pensará que buscando esta posición forzada del caballo, lo que
se conseguirá será invertirlo, que es lo contrario de lo que buscamos. La solución me la dio KATHY KUSNER
al exponer su teoría en una revista.
Dice así:
“K.K. obliga inmediatamente al caballo a mantener una
posición muy elevada sin que le preocupe
las contracturas que le pueda ocasionar. Activando el tercio posterior,
obliga al caballo a remeter los pies y considera que habituándose a esta
actitud, el caballo poco a poco se descontraerá
y encontrará su elasticidad natural”.
Como así ocurre cuando no se actúa contra el caballo
No cabe duda que este trabajo todavía resulta bastante
antinatural para muchos caballos, pero es totalmente necesario si queremos que
salten en buenas condiciones.
No hay que olvidar que el caballo, desde hace millones de
años y hasta hace bien pocos, su único
trabajo era correr hacia delante, y cuanto más rápido, mejor. Esta cualidad
trabajosa es la que le ha permitido sobrevivir. Increíblemente, a su
supervivencia, también ha contribuído el hombre: posiblemente sea la única
especie animal que sobrevive gracias a la voluntad del hombre . Importantísima
la intuición de nuestros antepasados de hace unos cinco mil años no dejando
desaparecer al caballo. De lo contrario, segurísimo, la humanidad no se
encontraría donde se haya en este momento.
Gráfico, de la revista L’Eperon de agosto de 1951. Son las medidas de seis
importantes caballos de salto de aquella época. Entre ellos, Vergel,
un PRE con quien ganó nuestro Paco Goyoaga el Gran Premio de Paris de
aquel año
El caballo naturalmente,
se desplaza hacia adelante y sólo por selección humana y por
educación -y por su capacidad innata de
aprendizaje-, ha aprendido a desplazarse
también hacia arriba, o sea, a saltar. Y cuando estos saltos se repiten en un
corto espacio de tiempo, requiere una especialización que se perfecciona con el
entrenamiento.
Hoy, aunque no lo sabemos todo ni mucho menos –aún
quedan muchos velos que quitar-, sí que
tenemos ideas bastante más claras sobre el salto del caballo. Y cómo colaborar
el caballista para que el gesto del caballo en cada momento sea el más
confortable y económico posible (creo que son las dos cualidades fundamentales
para cualquier atleta).
Hace diez años, en la Universidad de Upsala (la más importante de Suecia en cuanto a trabajos sobre el
caballo, y yo diría la más importante del mundo en lo nuestro), celebró el
primer seminario sobre el salto. En él
participaron nombres bien conocidos como Henk Nooren, María Gretzer y Bo
Helander. Creo interesante dar a conocer las conclusiones por lo que a nuestro
trabajo cotidiano conciernen.
Cuatro rasgos fundamentales del buen caballo de salto:
1º ténica del salto: línea superior redonda y espaldas yendo
hacia delante (yo añado lo que más salta a la vista en el buen manejo de las
espaldas: antebrazos horizontales)
2º batida explosiva (lo que equivale a una importante
componente vertical en el tranco de
batida)
3º habilidad en el galope para acortar y alargar el tranco
sin perder el equilibrio en ningún momento. (Como decía antes, esta es la
habilidad que más tiempo lleva en el entrenamiento. Y, por ello, es la que más
se valora a la hora de comprar un buen caballo de salto)
4º carácter: querer
ir hacia el salto sin perder la calma. (Ni el equilibrio)
Al final, lo que predomina es el equilibrio. Con el caballo
más, porque no razona. Y su equilibrio síquico depende, fundamentalmente, de su
equilibrio físico (el nuestro depende en mucha parte pero no en toda). El
caballo puede echar mano de su memoria, pero no de su razonamiento –como nos
ocurre a los humanos- por la sencilla razón de que no lo tienen. En cuanto al
carácter del caballo, hay que tener en cuenta que es mucho más sencillo que el
del hombre –insisto, los caballos, mentalmente, son mucho más simples que
nosotros- pero sí los hay con mejor o peor voluntad. Pero ¿hasta qué punto
depende de nosotros que somos su piloto? No cabe duda que dentro de unos años
sabremos mucho más sobre este tema y otros.
Hace unos años todo –a caballo- era hacia adelante. Hoy es,
primero hacia arriba –equilibrio- e
inmediatamente hacia delante. Porque lo difícil –o dificilísimo- es ir hacia
delante sin perder el equilibrio. Y es lo que no nos podemos permitir en ningún
momento en un recorrido de salto: perder mínimamente el equilibrio.
Creo que fue con Hugo Simon y Apricot cuando tomé conciencia
de la recuperación del equilibrio , justo cuando se estaba recibiendo del salto
(¿hace un cuarto de siglo?). El primer tranco de galope después de la recepción
, el caballo lo daba ya con un equilibrio perfecto. Hoy es bastante común verlo en jinetes muy buenos o
caballos con un equilibrio natural excepcional.
Pero para que sea un denominador común
aún falta tiempo.
Una de las dificultades con las que nos encontramos, creo,
es que nos resulta mucho más fácil percibir los cambios de velocidad –que, a
menudo, confundimos con impulsión- que los de equilibrio. Porque estamos
hablando del equilibrio del caballo –que, además, es horizontal- y no del
nuestro propio . La percepción mejora, lógicamente, con el entrenamiento,
intentando y queriendo ser conscientes del mejor equilibrio para el caballo. Y
con la ayuda de un buen profesor, mejor.
VUELTAS. Siempre se
había hablado de dar las vueltas redondas, incurvándose el caballo de nuca a
cola; hoy sabemos que la realidad es otra. Como muestra de ello las dos fotos,
una de una amazona de salto y la otro de un jinete de vaquera, coincidentes
ambos en la inclinación –y tan
importante, la alineación- del binomio.
En esta posición el caballo mantiene su columna vertebral bien derecha y
enrosca el dorso para que avance mucho el pie de dentro que es el que aguanta.
Y yo creo que pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman,
siendo algunas veces superior a los 45 grados. Esto es perfectamente
cuantificable incluso en estas fotos.
En galopes lentos, como los de las reprises de doma, sí que
es posible mantenerse en una posición vertical, pero sigo dudando de la
incurvación; por una razón fundamental: la columna vertebral del caballo no se
incurva como nosotros creemos porque, sencillamente, no puede. Como compensación,
el caballo enrosca el dorso para meter más el pie de dentro.
Paz y espero que os sirva a alguien