En el pasado número explicaba la distancia ideal de la
batida y su justificación.
En esta lección quisiera aclarar los porqués de los
problemas en la batida y las soluciones
El primer problema que se les plantea a la mayoría de
jinetes/ amazonas es el llegar
inevitablemente cerca a los saltos,
sobre todo a los verticales. Empiezo
analizando las causas, que son propias de nuestra condición humana -luego no son manías como suele decir cada
jinete/amazona- y cuya solución es un problema de educación.
Este gesto similar a la “levade” y que se repite en todos
los saltos, no se tiene en cuenta -como
otros más- a la hora de entrenar el salto. Normalmente se hace el entrenamiento
de una manera general, sin tener en cuenta las distintas fases, no sólo de la
aproximación, sino también del salto mismo. Esto será el motivo de la próxima
lección.
Considero tres
causas:
--1ª.- Como explicaba en la lección anterior, hacemos saltar
al caballo con criterios humanos y no de
la manera que necesita hacerlo, la
propia de su condición de caballo. Y esto se hace notar más en los verticales
en los que, en caso de duda porque la distancia es larga, se le obliga a dar un
tranco de más que suele ser muy pequeño
(los fondos, instintivamente se montan, al contrario de los verticales que, de
tanto cuidarlos, se acaba tirando sistemáticamente ante ellos). Desastre
garantizado.
Solución posible: teniendo en cuenta que no es bueno para el
caballo batir de cerca, no insistir por nuestra parte en ello, por más que “el
cuerpo me lo pida”. Como vulgarmente se dice, “cambiar el chip” O sea, no
interviniendo en los dos ó tres últimos
trancos, obtenemos un doble beneficio; mejor dicho, es el caballo el beneficiado:
primero porque no se le acerca demasiado –con lo cual su gesto en la
batida será confortable y económico- y
segundo, la no intervención de la mano no cambia ni el equilibrio ni la
atención del caballo. Esto es el caballo contento. Más bien, encantado de la
vida por no encontrar interferencias, sobre todo en el gesto brusco que supone
la batida.
--2ª.- En esta disciplina el papel del sistema límbico –el
encargado de las emociones- es
preponderante, y de ello no somos muy conscientes. En la aproximación al salto la amígdala -fuente de “temores”- nos dice ¡peligro!, con lo cual la actitud
del cuerpo cambia –agarrotándose, bloqueándose, agarrándose-, en definitiva,
poniéndole muy difícil el salto al caballo. Incluso puede durar sólo décimas de
segundo obligando al pobre caballo a que meta un tranco de más en la mayoría de
los casos o, siempre, poniéndole difícil el gesto confortable y económico
propio del salto. Es el “voy-no voy” al afrontar el salto. La otra solución que
suele dar la amígdala es el soltar las riendas –perder totalmente el contacto- con el consiguiente desequilibrio que se le
ocasiona al caballo. Conclusión: desastre.
Nuestro cerebro racional (el neocortex) sabe lo que queremos
y debemos hacer, pero en el momento de la verdad lo secuestra la amígdala,
quien nos obliga a reaccionar instintivamente. Creo que la diferencia entre el
profesional y el aficionado está en el cardiograma: el del primero es casi
siempre plano y el del segundo con muchos picos y valles. Y, lo peor de todo,
la sensación de inseguridad y desequilibrio que se le transmite al caballo. Hay
otra cosa peor: echarle la culpa al
caballo porque nos pone muy difícil hacer lo que quisiéramos , o debiéramos
(suele ser la película que nos montamos). Claro, la culpa no la tiene nunca el
jinete/amazona. Conviene tener siempre bien presente la frase de LENOBLE DU
TEIL (no me canso de escribirla porque creo que debe estar presente en la mente del jinete/ amazona en
su quehacer diario): “el jinete no actúa por el bien del caballo sino para una
mayor facilidad de manejo y para su confort”.
--3ª.- El papel de la
mirada en el salto es muy importante. De hecho
en los libros modernos se habla mucho de ella, sobre todo a partir de
SALLY SWIFT (“Centered riding”). MICHEL ROBERT en su último libro “Secrets et
Methode d’un Grand Champion”), dedica un capítulo entero a la mirada. Ambos, y
algunos autores más, hablan de su utilización, pero no hablan de por
qué la mirada es tan problemática.
De los autores modernos, el que para mí profundiza de verdad en
cuestiones hípicas es DOMINIQUE OLIVIER. Cita al neurofisiólogo DR. BERTHOZ quien
dice: “en lugar de mirar a donde va, el individuo va a donde mira”. A caballo quiere decir que la mirada fija en
la barra del salto, inexorablemente, nos lleva al pie del mismo
Otro neurofisiólogo, el DR ZUTT, ha llamado la atención
acerca del hecho de que “cuando un sujeto mira un objeto en el espacio, su yo
está más en el objeto mirado que dentro, por así decirlo, de su propio espacio
corporal. La acción pues de mirar, parece rebasar los propios límites de la
corporeidad”. Es, a caballo, la
sensación de adelantarnos, de tener prisas por pasar el obstáculo, no dejando
al caballo que se tome los tiempos que necesita para cada gesto previo al
salto.
Estos doctores que dudo que sepan algo de caballos, sí que nos
explican nuestro comportamiento a caballo y ante el salto: la sensación de
atropellar el salto por llegar al pie del mismo y, también, la sensación de
irnos adelante. Razón por la que D. OLIVIER dice que la mirada es una ayuda de
anticipación.
Posiblemente la mejor solución sea mirar siempre más allá
del salto, por encima de él, como sobrepasándolo ya con la mirada. Se trata de
una forma de no estar demasiado pendiente del salto sino del caballo, de no
pensar en si llego bien o no, sino en cómo galopa el caballo. Más aún, tener la
atención puesta ya en el siguiente obstáculo. Esto último es clave. Si quieres
ganar tiempo en un recorrido, tu mirada tiene que ir por delante, recorriendo
anticipadamente el itinerario que quiero seguir, trazándolo con la mirada.
Podemos afirmar, sin duda, que el ser humano es un
<<animal visual>>, es decir, que la visión es el sentido que
tenemos más desarrollado. Esto significa que nuestro cuerpo, en definitiva
nuestro equilibrio, de algún modo va acorde con nuestra mirada o, lo que es lo
mismo, ésta es un gesto de nuestro cuerpo. Si yo camino mirando el suelo, me
inclino. Si quiero doblar con un caballo, miro a dónde quiero ir –luego giro mi
cuerpo- y me hace más caso que si sólo abro la mano. Si miro hacia arriba,
reequilibro mi cuerpo. Es la mirada, por decirlo así, el timón de nuestro
cuerpo y por consiguiente, del caballo.
Por la visión nos llega la representación de la realidad. Si
los molinos no fueran grandes, verticales y con amplias aspas, nunca se los hubiera representado Don
Quijote como gigantes. Esto es tremendamente importante para la equitación,
porque los “temores” –producidos por la
amígdala- nos llegan a través de la visión.
Si educamos la mirada estamos controlando el temor. Y es que el temor,
que es producto de una mala
representación de la realidad, es el peor enemigo del j/a. Cuando a menudo
decimos que el caballo <llega mal >, verdaderamente lo que pasa es que
simplemente “creemos” (la amígdala nos equivoca) que llega mal; no es ni más ni menos que este tipo de error
no es de percepción sino de “representación”. Todos hemos comprobado que desde
abajo se ven las cosas muy distintas que montado.
Si queremos que en el jinete/ amazona predomine el sentido
del tacto sobre el de la vista, hay dos formas: educar el tacto –más que difícil,
lentísimo-, o bien, rebajar la prioridad de la vista. ¿Cómo? quitándole protagonismo, desligándola de sus
funciones típicas. Esto es, saltar sin mirar, es decir, prescindir de la vista
para superar un obstáculo; de este modo te centras en el tacto, o sea, en
sentir al caballo.
Si a la educación de la mirada añadimos la educación de la
respiración –fundamental para una buena equitación- y un correcto control mental, los “temores”
irán desvaneciéndose hasta desaparecer.
¿Quiere decir todo lo escrito hasta ahora que la búsqueda de
la distancia es prioritaria hoy?
En absoluto. Pero resulta que “está ahí”, y en nuestro país
lo ha sido hasta hace bien poco y sigue
afectando a muchísimos. Quiero decir que sigue siendo un problema bastante generalizado. Y los problemas se
resuelven mucho más fácilmente cuando se conocen las causas (y se distingue
claramente la causa del efecto) . Expuestas han quedado.
Paz y espero que os sirva a alguien
bonito articulo, sobre todo por su sencillez, que a los que no sabemos mucho de caballos nos viene bien, yo, como siempre a lo mio, la amigdala, esa gran amiga, ya que sin ella la humanidad ni los animales hubieran sobrevivido, ya que se encarga nada menos del instinto de supervivencia, y eso es lo que ataca precisamente el salto, supongo que la amigdala se pregunta el porque no lo rodea, y por eso protesta.
ResponderEliminarya hemos hablado mucho de esto, por ello no es cuestion de repetirse mucho y aportar algo nuevo, y es que veo que en muchas ocasiones no ayudamos mucho a nuestro sistema limbico metiendo presion psicologica consciente.
el exigirse resultados en un determinado momento, o ejecuciones tecnicas perfectas, o querer quedar bien en publico y no digamos exigencias de otras personas, no ayudan al jinete a abordar una competicion en las condiciones psicologicas adecuadas. en un estado de tension precompetitiva tan desfavorable estamos tan cerca del "umbral de panico" que al mas minimo "susto" la amigdala secuestra la cabeza, como bien dice jose manuel.
sugiero que analiceis esta frase: "los campeonatos se ganan en el entrenamiento y se pierden el dia de la competicion".
un saludo.