La elección del semental PSI más
apropiado es otro mundo y se podía escribir multitud de páginas con otras
tantas versiones y opiniones. Para mí es fundamental que la genealogía esté
libre del semental “Northern Dancer” (Canadá 1961-1990), probablemente el mejor
y más influyente caballo de hipódromo del siglo XX. Este fenómeno de las
carreras, ganó 14 de sus 18 salidas a pista, rubricando el resto de actuaciones
con 2 segundos y 2 terceros puestos. A día de hoy, entre un 50 y un 80 % de las
cartas genealógicas del PSI tienen a Northern D. en sus antepasados, lo que nos
puede dar una idea de la dificultad de encontrar a un semental adecuado.
Curiosamente y revisando las genealogías de los últimos PSI con los mejores
resultados deportivos fuera del hipódromo, constatan que no tienen a este
semental en sus ancestros. La explicación a este hecho puede venir de una
profunda reflexión, deduciendo que este prodigio posee una exclusividad única y
excepcional para las carreras de velocidad pero también se puede deducir que
esta súper especialización anula completamente el resto de capacidades para el
deporte que poseían hasta entonces los pura sangres. Todo este análisis
genealógico nos da una idea de la primera dificultad de encontrar el semental
conveniente; aparte están las premisas de carácter, conformación, etc.
Ahora hay que
hacer un inciso porque hasta ahora únicamente hemos estado dando referencias
para la producción de caballos de salto y utilizando como madres únicamente
aquellas yeguas PRE. Si lo que pretendemos es criar potros funcionales, útiles
para cualquier actividad o concurso hípico, son también válidas las yeguas H-á.
De esta forma obtendríamos el conocido como “tres sangres”, aunque
personalmente opino que siempre debe mantener un mínimo de 50% de sangre de
carreras, que es quien nos va aportar la fuerza y la elasticidad necesaria para
la competición.
Para dar un ejemplo vivo que
confirma que este cruce funciona nos tenemos que remontar hasta la hemeroteca
del ABC Sevilla del día 25 de julio de 1959 donde Don Álvaro Domecq y Díez, en su apartado
literario llamado Historia de un Caballo, hablaba de su legendaria yegua con
estas palabras, indicando las líneas maestras del cruzamiento para obtener
buenos caballos de deporte: “Espléndida” había nacido de la cruza de un pura
sangre, “Duck Bridge”, “el Duque”, como le llamaban los conocedores de la
dehesa, importado directamente de los turf ingleses por ese ganadero impar que
fue Don Manuel Guerrero y “Presumida”, una yegua torda, hispano-árabe, una de
esas yeguas panzudas y pacíficas, con la cabeza pequeña y los ojos de enormes
pestañas negras, que el Marqués de Domecq, mi tío, llevó al Palacio de Cristal
de Londres en una Exposición Mundial de Ganadería.
Como vemos, no es ni más ni menos
que los cruces que se han realizado en Europa para obtener las actuales razas
deportivas. Haciendo un repaso bibliográfico, la ASSOCIATION NATIONALE DES
ELEVEURS DE CHEVAUX DERACE SELLE FRANCAIS (ANSF) cita que el Silla Francés, se
crea en los alrededores de las granjas estatales de Saint Lô y Le Pin en el
departamento de Normandía, durante el siglo XIX, al importar sementales Pura
Sangre Inglés y Trotadores de Norfolk y cruzarlos con yeguas nativas. Según
HENDRICKS (1985) y THE AMERICAN HOLSTEINER ASSOCIATION, INC., los caballos
Holstein o Holsteiner son el producto de un sistemático cruzamiento en la
provincia norteña de Schleswig-Holstein, entre caballos napolitanos, españoles
y orientales, por un lado, y animales autóctonos, por otro, durante el siglo
XIII, teniendo gran importancia la continuación de la cría en los monasterios
de la zona durante los siglos posteriores. Después de la Segunda Guerra
Mundial, se introdujeron Pura Sangre Inglés para refinar y aportar habilidad
deportiva a los ejemplares.
En cuanto al hannoveriano, la
información que aporta THE AMERICAN HANOVERIAN SOCIETY, acerca de su origen,
nos remite al estado de Lower Saxony hace 400 años, estableciéndose en Celle en
1735 la yeguada estatal. Posteriormente, sementales Pura Sangre Inglés fueron
cruzándose con yeguas nativas para adaptarse a las necesidades atléticas y de
velocidad que requieren los tiempos modernos. Otra raza alemana, el westfaliano
era, en un principio, sólo una versión más pesada del hannoveriano pero la
influencia de algunas líneas de purasangres le influyeron enormemente,
refinando el tipo para satisfacer la actual demanda del mercado, según
HOLDERNESS-RODDAM (1999). El origen del Trakehner se remonta a tiempos de
Federico I de Prusia, estableciendo la raza en 1732, usando para ello pequeñas
yeguas nativas, llamadas “Schwaike” y cruzándolas con sementales Pura Sangre
Inglés importados de Inglaterra y con Pura Sangre Árabes, según fuentes de THE
AMERICAN TRAKEHNER ASSOCIATION. La historia del Oldemburgo, se remonta al Conde
Antón Günther von Oldenburg (1603-1667), citando información THE NORTH AMERICAN
DIVISION OF VERBAND DER ZÜCHTER DES OLDENBURGER PFERDES E.V.
Durante el siglo XIX se da forma
a la raza y posteriormente, en 1935 se da entrada al primer semental Pura
Sangre Inglés para mejorar la raza. Según THE IRISH DRAUGHT HORSE SOCIETY OF
NORTH AMERICA, en el Siglo XII, arribaron en Irlanda los Anglo-Normandos con
sus fuertes caballos de guerra que dejaron patente su influencia. Siglos
después, durante el XVI, se produce un fuerte mestizaje entre caballos
españoles con yeguas autóctonas irlandesas. Pero es la centena que va de 1850 a
1950, la época durante la cual se fija la morfología del caballo irlandés que
conocemos actualmente, cuando se cruzaba estas yeguas con Pura Sangre Inglés
obteniéndose el afamado mundialmente “Irish Hunter”, actualmente conocido como
Caballo de Deporte Irlandés.
Conociendo estas exitosas
experiencias de cruzamientos, no es de extrañar que algunos entusiastas del
deporte hípico intentasen el cruzamiento entre yeguas de tiro ligero de la zona
de Babia, en León con sementales pura sangre pero el proyecto quedó ahí.
Personalmente creo que aunque pudiera ser una buena idea a largo plazo, la
escasa selección de las yeguas madres para fines deportivos nos conllevaría
mucho más tiempo y trabajo, siendo más efectivo aprovechar las mejores yeguas
PRE o H-á como población de yeguas madres con una genealogía estricta y con
resultados deportivos contrastados, tanto de ellas mismas, si fuera el caso, como
de padres, hermanos, etc. La única ventaja que podríamos obtener de utilizar
otras razas autóctonas poco seleccionadas es que el tamaño de sus crías sería
ser lógicamente mayor, aunque este detalle actualmente está en desuso y se
prefieren caballos de una talla mediana pero mucho más elásticos que el formato
antiguo que todos conocíamos de los caballos de deporte europeos de hace unos
años.
Las ventajas de este caballo
“media sangre español” o “tres sangres” son muchas, destacando su versatilidad,
pudiendo utilizarse para la alta competición de salto, como los ejemplos antes
citados, como para concurso completo, también para doma, así como en faenas
camperas, acoso y derribo, rejoneo, etc. Estos caballos serían únicos en el
mundo ecuestre, aprovechando las características raceadoras del pura sangre,
con la nobleza, la disposición al trabajo y la rusticidad de nuestras yeguas
españolas. A cualquier otro país le sería muy difícil “fabricar” este tipo de
caballos, ya que ninguno posee la cabaña de yeguas de raza PRE e H-á, que en
nuestro caso harían el verdadero papel de yeguas nativas que hemos visto en
otros países. En definitiva, estaríamos creando el verdadero CABALLO ESPAÑOL DE
DEPORTE, que se distinguiría del CDE por el aporte de sangre española, siempre
aportado a través de las yeguas.
Por último, y reiterando un punto
de vista personal, hay otra variante para cruzar esta población de yeguas
españolas con otra raza que no sea el PSI y obtener caballos de deporte. La
utilización de sementales Holstein o Holsteiner puede resultar muy beneficiosa
por múltiples motivos, mucho más que cualquier otra raza europea, pero estos
porqués se explicarán en un capítulo aparte.
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