El período comprendido desde el nacimiento del potro
hasta su introducción a la equitación debería consistir en su domesticación, es
decir, “hacer al caballo de casa”. La domesticación es un proceso que requiere
de tiempo y que puede llegar hasta donde nosotros queramos. Este período puede
determinar que un potro empiece a trabajar con el hombre sin demasiados
problemas o que ya esté resabiado antes de ser montado, con carencias que
posteriormente afecten al trabajo, a su físico y a la relación con los humanos.
Estas carencias pueden estar relacionadas con las condiciones de vida y/o con
el manejo.
Algunos potros nacen y viven en condiciones de vida mas o
menos naturales y casi ajenos a la manipulación humana. Otros nacen y viven
bajo condiciones mucho más limitadas y con intervención humana cercana y
frecuente. En el primer caso, no se suele actuar hasta el momento de prepararlos
para la equitación. Hasta entonces, nuestro papel se limita a proporcionarles
espacio y condiciones lo más parecidas a sus necesidades naturales. Cuando no interfiere el hombre, los problemas
son inexistentes.
Por el contrario, los potros que viven en condiciones
poco naturales suelen sufrir destetes estresantes y aterrantes (la angustia que
supone la separación se suele pasar por alto. La fuerte unión madre-potro y la nueva situación
de soledad del potrillo, a menudo aislado en cuadras cerradas y oscuras no se
considera un problema), crecen con falta de espacio (lo que implica problemas
de desarrollo y crecimiento relacionados con huesos, tendones, musculatura y
metabolismo que afectaran a su equilibrio, resistencia y agilidad y en
definitiva, a su vida útil si son montados) y de vida social (que derivan en
posteriores problemas de relación con otros caballos y con humanos). En el caso
de los machos, no pasan por la manada de solteros, período indispensable para
completar su crecimiento físico y como individuos (las carreras, los juegos y
los retos forman parte de este período de desarrollo de estrategias para más
adelante ser capaces de formar su manada y protegerla). La mayoría de machos
suelen ser castrados y aunque no sientan la imperiosa necesidad de formar su
haren que proporciona la testosterona, deben completar esta parte de
aprendizaje de sus programas naturales porque aunque menos intensos, estos no
varían.
Una yeguada con el corral de las yeguas y potros junto a
la vivienda del cuidador. La proximidad de la convivencia facilita el
conocimiento mutuo entre humanos y caballos.
En la misma ganadería, el corral de las yeguas es
contiguo a un corral habitado por dos castrados. Este corral se usa en el
destete de los potros (los castrados se ubican en otro corral). La proximidad
facilita una separación yegua-potro muy
poco traumática.
El corral de la manada de solteros.
La actitud y el liderazgo también forman parte de la
domesticación. Anteriormente hablamos de liderazgo natural y de confianza como
forma de funcionar socialmente entre ellos. Cuando están con nosotros, debemos
despertar su confianza para aparecer como líderes en el entorno humano. Nuestra
actitud, entonces, debe ser segura, tranquila, de reacciones claras y
consistentes. Domesticar un potro no es hacer que acepte nuestras imposiciones
y condiciones porque doblegarle la voluntad puede hacerlo autista o puede
convertirlo en un animal resabiado antisocial y peligroso (según sea su
carácter y temperamento). Domesticar un potro es despertar su motivación para
cooperar con nosotros desde la complicidad. Hacer un potro “de casa” comporta
que no nos tema, que se sienta cómodo y relajado con nosotros, que nos conozca
y sobretodo, que confíe y busque nuestro consejo cuando se siente inseguro. Las
actitudes relajadas, claras y seguras son las que favorecen la relación y que
facilitan la domesticación del potro, tanto en los ratos que pasemos con ellos
disfrutando de su compañía como en otras breves intervenciones (curas ocasionales, vacunas…) y más adelante, en la posterior preparación a
la equitación.
Tenemos un potro de 3 años, con manejo previo correcto y
vamos a montarlo. De ello hablaremos en el próximo capítulo.
Me alegra mucho que hayas introducido esta formación en tu blog. No sabía que se llamara Etología. Siempre me ha interesado conocer al caballo desde este punto de vista y es fundamental para entenderle. Saludos!
ResponderEliminarGemma
Muy ilustrativo.
ResponderEliminarEsperamos la continuación con sumo interés.
Saludos.