Juan, la verdad, es mucho más que un
amigo porque, entre otras razones, es hijo de mi entrañable maestro Perico
Domínguez Manjón. Sin lugar a dudas,
es la entrada del blog que más me está costando y quisiera rematarla
dignamente. Por eso recurro a “Juan Salvador Gaviota”, porque Juan es un ejemplo muy próximo de
superación diaria.
Juan
quedó parapléjico a raíz de un accidente hace un tercio de siglo aproximadamente. A partir de entonces, su
movilidad depende de una silla de ruedas y con buen respaldo, ya que la lesión
está a la altura del esternón, con lo que no puede contar con sus abdominales
para equilibrarse. A pesar de su nueva limitación, seguía dándose algún que
otro paseo a caballo con su padre -mi maestro- por la finca de Onteniente.
Hace unos tres años se incorporó a
la competición paraecuestre. Ha ido progresivamente tomándole gusto y
concienciándose del nivel de exigencia de la competición. Y desde hace casi
ocho meses trabajamos en equipo y compartimos trabajo, disciplina e ilusiones.
Goracio es nuestro compañero de
fatigas. Además de María Eugenia, que es la encargada de las labores más
rutinarias –lo propio de una esposa “comme il faut”–: darle cuerda con el
“cordellet del cura”, y muchos etcéteras más. O sea, nuestro comodín. El equipo
de ayudantes lo cierra Javier Aguirre y Carlos Figuerola (éstos también son dos
chavales “comme il faut”), recientes sustitutos de Micol.
Decía que Goracio es un crack. Nos
aguanta todo: inamovible en los tiempos de montar y desmontar –fundamentalísimo–,
riguroso en el trabajo cotidiano y en la reprís. Eso sí, de vez en cuando nos
da un sustillo para mostrarnos su personalidad, como queriendo decir “aquí
estoy yo y manteneos atentos. Y si me exigís, quiero ver que vosotros también
os exigís”. Pero, repito, es la seguridad personificada –o, caballeizada– (“San”
Sócrates, hace muchos siglos, también nos habló de la caballeidad). El colmo ya
sería que tuviera unos movimientos brillantes. No nos importa porque va
progresando adecuadamente.
Los días que voy yo, lo monto
previamente durante media hora o tres cuartos. Sobre todo me preocupo de poner
su cuerpo –el de Goracio– lo más en
orden posible, que sus abdominales trabajen bien –fundamental, pies activos y
que su dorso aguante bien a Juan–, y que no pese a la mano para que las riendas sólo sirvan para
transmitir órdenes. Juan sólo controla su cuerpo de esternón para arriba, y con
sus brazos tiene que equilibrarse y con los dedos, dar órdenes. Lo que parecía
casi imposible hace unos meses, ya lo va consiguiendo y con perspectivas, y
ganas, de mejora.
Cuando se monta Juan, los primeros
minutos hay que acompañarle llevando a Goracio con un ronzal, para que Juan
sólo se tenga que preocupar de equilibrarse y de que sus piernas se vayan
acomodando a la nueva postura. No me extraña que algunas veces me diga “yo qué
pinto aquí arriba”, porque los primeros minutos son criminales, hasta que
consigue equilibrarse, es un decir... A mí me lo dice de vez en cuando. Yo creo
que él lo piensa todos los días. Pero no
quita para que cada día tenga –tengamos– más ilusión.
Pronto el trabajo cotidiano nos
resulta divertidísimo por los retos que
nos vamos poniendo y la ilusión con que lo hacemos. Y aquí vale lo de la canción de Manolo Escobar: “no
me llames iluso porque tengo una ilusión”. Gracias a Dios, Juan no puede hablar
de una ilusión sino de una cuantas.
Una de las cosas que estoy
aprendiendo con Juan es que, además de
aspirar a algo impensable hace un tiempo, también aspira a hacer lo que está
haciendo lo más perfecto posible. Como decía Séneca, hay que aprender, no para
saber más sino para saber mejor. Y a
Juan Salvador Gaviota le dice su maestro que “el cielo no es un lugar ni un
tiempo. El cielo consiste en ser perfecto”.
El cambio del paso de Goracio lo
notamos en los primeros minutos en que hay que ir a su lado. Antes era un paso
cansino y ahora casi nos toca correr. Conforme su relación o coordinación con
el caballo va aumentando, le permite hacer cosas nuevas: unos pocos trancos en
trote en extensión de verdad. Medias vueltas al paso (más vaqueras que
clásicas) pero muy correctas. Y el passage
le encanta a Juan. Hasta ha hecho sus pinitos con la espalda adentro. Soy yo el
que tiene que ir parándole (en sentido metafórico).
Como este fin de semana corre el Campeonato
de España Paraecuestre en Oliva Nova, llevamos muchos días concentrándonos en
él. Yo creo que los nervios –el “gato” – le vienen de que este año aspira a
hacerlo muchísimo mejor.
La lección que aprendo cada día
de Juan, cada día la misma, es que nuestras limitaciones están en nuestra
mente. “Rompe las cadenas de tu
pensamiento -dice J.S.G.- y romperás también las cadenas de tu cuerpo”. Pero
también cada día con algo distinto, por lo mismo que dice J.S.G.: “no creas lo
que tus ojos te dicen. Solo muestran limitaciones. Mira con tu
entendimiento”. Inevitable recordar la
despedida del zorro al Principito: “Adiós
–dijo el zorro–.Este es mi secreto. Es muy sencillo: sólo se ve bien con el
corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”
Acompaño dos vídeos caseros de Juan
de hace menos de tres semanas. Observad
un detalle importante: una pierna escayolada debido a un accidente doméstico.
Lo cual no fue impedimento para que durante los preceptivos cuarenta días de
llevar la escayola siguiera montando al paso sólo y sin estribos. Creo que en
el segundo da hasta unos tranquitos de passage.
Está claro que hace más el que quiere que el que puede.
Acabo como empieza Juan Salvador Gaviota:
Acabo como empieza Juan Salvador Gaviota:
“Amanecía, y el nuevo sol pintaba de
oro las ondas de un mar tranquilo”
A los amante de la filosofía, que
relean al respecto lo que decían Parménides, Aristóteles y Lao Tse.
A los amantes de la Historia, el
primer tomo de Arnold J. Toynbee. No tiene desperdicio.
A los amantes de la poesía, el “If”
de R. Kipling y el “No te rindas” de M. Benedetti.
A los caballistas, además, les deseo
lo que decía San Juan: “Amigo, asciende más alto”. Con su actitud, mi amigo
Juan me lo recuerda cada día. Porque, al fin y al cabo, es la actitud y no las
aptitudes la que nos lleva a la altitud
Paz y espero que os sirva a alguien
¡A seguir! ¡Los dos! Sois unos fenómenos. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarEs para sentirse orgullosos, pero de verdad!!!, muy emocionante, un abrazo, Eduardo
ResponderEliminar" EL ARTE ES LA SUBLIMACIÓN DE LA TECNICA POR EL AMOR" N.O.
ResponderEliminary aqui esto se plasma en su máxima expresión.
Sois unos CAMPEONES.........tu lo dices jose como en el principito.
Un fuerte abrazo, y toda la suerte del mundo.
Jorge Cid.
Enhorabuena a los Campeones por ese primer puesto
ResponderEliminarBRAVO GORACIO y equipo, un saludo Luis
ResponderEliminarPues claro que no, José Manuel, no hay límites...solo los que nos pongamos nosotros mismos.
ResponderEliminarLa esencia de la grandeza humana radica en aquellos que optan por la realización personal, en circunstancias en las que otras personas se dejarían llevar por la apatía o la locura.
Enhorabuena a todos los miembros del equipo, tanto a los humanos como al équido.
¡Que más quisiera yo que ir tan derecho como este tío!
ResponderEliminar¡Increible!
el mejor comentario a "la Ascensión" (hoy los cristianos celebramos esta fiesta) que he leído y leeré.
ResponderEliminarGracias, padre
Impresionante, no he podido dejar de emocionarme al ver los dos videos, es increible la compenetración de ambos. Un trabajo admirable. Irónicamente muchas veces pienso que si algo me pasara tendría que dejar de montar a caballo y hoy me habeís demostrado que no. Enhorabuena
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