Finalmente, por su incidencia en nuestro trabajo cotidiano, quiero exponer las leyes mecánicas que rigen entre la masa transportadora –en nuestro caso el caballo- y la masa transportada, el jinete/amazona (la mochila inteligente).
Esto lo leí por primera –y única- vez en “Comprendre l’equitation” de JEAN SAINT-FORT PAILLARD. Dice:
“El hecho, para cualquier ser, de llevar una carga, pronto acaba siendo normal y no altera apenas el equilibrio, a condición de que cumpla las siguientes tres condiciones:
1ª “que el peso sea lo suficientemente proporción al a la fuerza del portor para que la fatiga provocada, le resulte llevadera”.
Esta es una de las razones de por qué un niño monta un poni y un adulto un caballo
2ª “que él, o los puntos de aplicación, del peso estén situados funcionalmente”.
El de la mochila, apoyada sobre las dos clavículas y el peso lo más abajo posible, ha permanecido inalterable a lo largo de los siglos; los materiales es lo único que ha evolucionado. Para el caballista quiere decir que su posición a caballo no es cuestión de modas, sino de funcionalidad para el caballo. Y conforme crezcamos en el conocimiento del caballo, sabremos más y se lo pondremos más fácil a los caballos.
3ª “que el peso se sienta siempre de la misma manera, es decir, que la masa transportada sea perfectamente solidaria de la masa transportadora”
. Esto, a caballo, es la centaurización. Inamovibles sobre la montura para que el caballo nos sienta ,siempre, de la misma manera. Por eso, en las monturas abiertas o planas - sobre todo en las de salto-, el papel de los aductores es muy importante . Son los que nos fijan en la montura y hacen a nuestro asiento inamovible a pesar de estar entrando y saliendo continuamente de la montura. En las de doma son menos necesarios los aductores porque ya la montura misma encaja el asiento.
Yo añadiría otra ley sicológica que nos afecta también en nuestra monta cotidiana y que procede de nuestro sistema límbico. Cuando “somos transportados”, el hecho de no pisar firme –o el hecho de no tener ningún control, como cuando viajamos en avión- nuestro sistema límbico nos incita a que nos agarremos. Es lo que hace un niño cuando nos lo echamos a hombros para jugar. Su primera reacción es agarrarse de donde sea. Hasta de las gafas. Busca –buscamos- la sensación de seguridad. En los aprendices de salto esto se nota muchísimo: en lugar de dejarse llevar por el caballo y acompañarle –ser una mochila inteligente-, se agarran de donde sea y como sea para tener la sensación de seguridad. Desgraciadamente, muchos aprendices de salto persisten en el error durante mucho tiempo: les da sensación de seguridad. Prácticamente lo mismo que les ocurre a otros muchos que, sin saltar, no tienen un “asiento bueno”. Que en castellano castizo sería falta de equilibrio y de fijeza en la montura. O sea, lo contrario de una mochila inteligente
Paz y espero que os sirva a alguien
Jose Manuel,me uno a tu reflexion , los desequilibrios del jinete son desequilibrios al caballo, si a esto le añadimos coger las riendas apaga y vamonos, mejor libre yo y asi libre el, saludos.
ResponderEliminartu comentario me recuerda al chiste de un niño que esta aprendiendo a montar en bicicleta y cuando lleva un rato se lanza a probar cosas y le dice al padre:mira papa, sin pies, mira papa, sin manos, mira papa, sin dientes, momento de humor.
ResponderEliminarno se, prueba a saltar sin riendas, sin estribos.....
supongo que te referias a montar "a pelo", un saludo.
Silvia desde luego coincido contigo en que el caballo paga nuestros desequilibrios e intentar evitarlos es una muy buena línea de trabajo, como tú dices, es mejor librarse de rigideces y de movimientos inapropiados que esclavizan al caballo, así él, cuando ve que nuestra posición es equilibrada, libre y fija, nos lo agradece y se apoya suavemente en nuestra mano, un saludo-eduardo
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