Conozco a José Manuel desde hace bastantes años.
Antes, había oído hablar bastante de él a muchos ganaderos y a algún jinete de
sus métodos de enseñanza, de sus teorías… hasta tenía una idea de su físico y
de sus inconfundibles gafas. Y recuerdo que era un mes de septiembre cuando
coincidimos en “Venta Esteban” de Jerez de la Frontera, cenando unos huevos
fritos con unos amigos comunes cuando estrechamos la primera vez nuestras
manos. A partir de ahí nos encontramos muchas veces más en lugares rodeados de
caballos o en medio de conversaciones de caballos, siempre caballos. Unos años
más tarde, recurrí a él para ampliar la bibliografía de mi tesis doctoral; fui
hasta Valencia y me abrió su casa para que escogiese los libros que me podían
ser útiles. Ahora, estamos en contacto permanente mediante correos electrónicos
e intentamos ponernos de acuerdo para coincidir en concursos cercanos para
charlar de nuestras cosas, cuyo tema principal es fácil de adivinar. Después de revivir esta larga historia, se
entiende que cuando me propuso escribir en este blog, no me quedaba otra
salida, aunque como única condición propuse incluir siempre un punto de vista
personal, es decir, no serán un simple recopilatorio de cifras, nombres, fechas
y datos que se puedan extraer de internet, serán artículos de historias reales,
que describan experiencias y opiniones propias conteniendo su parte de
personalidad. Probablemente crearán discrepancias con otros pareceres pero
también pueden servir de una forma práctica a quien lo lee, transmitir ciertos
conocimientos y, sobre todo, crear una inquietud, que entiendo es el verdadero
pilar sobre los que se sustentan el espíritu de este blog. Y aquí está el
primero de una serie de artículos de opinión, esperando que sirvan para lo que
se crearon.
Nuestra vida actual está marcada por la crisis en
todos los sectores y el mercado de los caballos es especialmente sensible, como
bien no esencial que es. Nadie descubre que el mercado equino, en todos sus
ámbitos pasa por uno de sus peores momentos, pero hay una frase esculpida en
piedra en la ciudad de Ávila que podemos aprovechar para estos tiempos que nos
ha tocado vivir. Esta cita dice “cuando una puerta se cierra otra se abre” y
nos está indicando una oportunidad consecuente a la situación coyuntural
vigente. Ahora bien, hecha la introducción, inmediatamente se nos viene a la
cabeza la pregunta, ¿dónde está esa puerta que se abre?. Vamos por partes. Si
tenemos en cuenta que el precio de todos los caballos y en especial de los de
raza PRE está bajo mínimos, acentuándose incluso más esta situación en el caso
de yeguas, podría ser una opción muy interesante para algunos ganaderos cruzar
estas hembras PRE grandes, con volumen y solidez con determinados sementales de
otras razas para obtener caballos de deporte que puedan ser más atrayentes a
los compradores y con más posibilidades de venta que el mismo potro PRE. En
este sentido, no debemos olvidar que la cría de caballos es un negocio en todos
los sentidos aunque, bien es verdad, que no exento de un gran sentimentalismo.
Por tanto, ahora surge automáticamente ante ese planteamiento la pregunta, ¿qué
semental es el adecuado? y luego, ¿éso no se ha hecho antes?. Estas preguntas tienen su correspondiente
contestación y vamos a ir desgranándolas poco a poco. La lógica nos dice que el
semental más indicado para nuestras yeguas es el PSI, el caballo mejorador por
excelencia aunque hay que tener mucho cuidado porque no todos los sementales de
esta raza sirven.
Es cierto que antes se han intentado ciertos cruces
entre PRE y PSI, teniendo mayoritariamente resultados pésimos. Pero es que la
clave de todo esto radica en que la mayoría de los cruzamientos para obtener un
“media sangre español” se hacían con yeguas de deshecho de hipódromo cubiertas
por un semental PRE, con la idea de rebajar la sangre inglesa para obtener algo
más manejable. Además tenía como ventaja que el precio del potro resultaba muy
interesante por la escasa inversión que necesitaba, ya que las yeguas españolas
se utilizaban casi exclusivamente para obtener productos PRE porque había una
demanda que pagaba un alto precio por estos productos “puros”. En la mayoría de
los casos el resultado era desastroso e instituyendo una máxima ganadera que
rezaba que “el cruce de inglés con español no liga bien” sin profundizar en
detalles de los cómos y los porqués de los cruces. Únicamente de los
cruzamientos en el que el semental era de raza PSI salían casos excepcionales,
que eran los resultantes del semental PSI con yegua con sangre española. En
ambos casos, el resultado nos da un 50% de sangre de raza inglesa por otro
tanto de sangre española pero las aptitudes del caballo no son las mismas que
si lo hacemos a la inversa. Para poner ejemplos, podemos recordar a “Lobato”
(hijo del PSI “Despendolao” y una yegua con mucha estirpe PRE), “Mar de Guinea”
(un semental poco utilizado por los ganaderos aunque con buenos resultados de
su hijos, por pura sangre “El Toboso” y la española “Guinea”), el ganador
“Africano” (un hijo del PSI “Dandy” y de madre de la dehesa de Salamanca) y
otros muchos, que seguro que recordará José Manuel con su prodigiosa memoria.
"Carioca”. Hija de “Mar de Guinea”, un
semental media sangre hijo del PSI nacional “El Toboso” y de la yegua española
“Guinea”, ganadora de premios nacionales e internacionales. Foto de Javier
Hernansanz. Gijón, Septiembre de 2001.
Llegado a este punto, debemos dar una explicación
que sea convincente para justificar que el cruce de un semental PSI con una
yegua PRE tiene más posibilidades de obtener un mejor producto que a la
inversa. Está demostrado por diversos estudios que el tamaño y la morfología
del potro depende en gran medida de la madre, ésta es una razón suficiente para
utilizar aquellas yeguas que tienen más “caja”, como las españolas, mejor que
aquéllas procedentes de hipódromo; independiente de este hecho siempre se ha de
tener presente el llamado vigor híbrido, mediante el cual se obtendría un
producto con mayores cualidades que su progenitores y que se da siempre al
mezclar dos razas distintas. Pero más importante que estas referencias es
conocer la importancia de la herencia transmitida por los cromosomas que, en el
caso del caballo, viene desarrollada por una fórmula completa de 64 cromosomas
agrupados en 32 pares. Si tenemos en cuenta que los machos tienen una dotación
de cromosomas XY y las hembras son XX, cuando obtenemos un potro, la
recombinación genética de un potro macho (XY) deberá coger obligatoriamente el
Y de su padre, por lo que estamos asegurando la transmisión y permanencia de
ese cromosoma Y del PSI en su caso, hecho que sería imposible transmitir en
caso que fuese la hembra pura sangre y permanecería entonces únicamente el Y
del PRE. Si la cría es hembra (XX) deberá igualmente coger el único cromosoma X
del semental, siendo éste X obligatoriamente el heredado de la línea materna
del padre, entonces habría un entrecruzamiento entre el X de la madre y el X
del padre, en muchos casos con resultados espectaculares y de ahí la
importancia de las madres dentro de cada yeguada. Como vemos, la posición de
los PSI en el árbol genealógico de un caballo de deporte tiene mucha
influencia. Un dato relevante lo observamos en los caballos centroeuropeos
donde la aportación de la calidad del pura sangre para obtener caballos
deportivos suele venir a través del padre de la madre, porque se ha comprobado
que esta proporción y situación genética, produce mejores resultados que si
situamos a la sangre de carreras en otra posición genealógica.
Otra muestra representativa de la diferencia en el
resultado si cruzamos una u otra raza ocupando un papel u otro, lo tenemos
contrastado en la producción de burdéganos y mulos. Para recordar los términos,
un burdégano se llama al animal híbrido resultante del cruce caballo x asna y
el mulo es el resultado de una yegua x asno. Realmente los dos casos son
animales con el mismo porcentaje de cruzamiento, un 50% de equus ferus caballus
y 50% de equus africanus asinus pero se distinguen perfectamente, ya que los burdéganos son más pequeños y más
físicamente parecidos a un caballo (incluso con pelo en la cola como ellos)
pero con el carácter de la madre, mientras que los mulos tienen apariencia de
un burro engrandecido y la cola sin pelo. Vemos en ambos ejemplos la influencia
que tiene el semental en la apariencia exterior del producto y la heredabilidad
del carácter de la madre, con la importancia que esto conlleva.