PLUVINEL, LA GUERINIERE...... y nuestra vaquera
Ya hace tiempo que pienso que, para un buen conocimiento de la Equitación que practicamos en el siglo XXI, es conveniente conocer lo mas a fondo posible la historia del caballo desde su domesticación. Como el orden de los factores no altera el producto, mi parada de hoy la hago en la época en que se pusieron de moda los pilares. Y como de esa época tenemos magníficas ilustraciones gracias a CRISPIN DE PAS y a PARROCEL, nos resulta mucho mas fácil entender a los grandes caballistas que fueron PLUVINEL y LA GUERINIERE.
Como puede deducirse del párrafo anterior, CASI pongo en el mismo nivel a los autores de los libros, con sus respectivos ilustradores. Aunque el CASI sigue siendo importante, no cabe duda que las ilustraciones nos aclaran muchos conceptos. (Si STEINBRECHT hubiera ilustrado sólo un poquito su "Gimnasio del caballo", seguro que muchísimos mas aficionados lo hubieran leído. Así se queda en un ladrillo indigestible).
Yo voy a dar mi opinión acerca de los pilares. A partir, en primer lugar, de las ilustraciones. Previamente vamos a situarnos en la Historia. Antoine DE PLUVINEL, nació en 1555 y murió en 1620. Escribió "La instrucción del Rey en el ejercicio de montar a caballo" con ilustraciones de CRISPIN DE PAS.
FRANÇOIS ROBICHON DE LA GUERINIERE, también francés, nació en 1688 y murió en 1751. Escribió "Escuela de a caballo" en 1733 y se publicó en castellano en 1787. Este libro lo ilustró el genial PARROCEL. Casi un siglo y medio los separan, pero, a juzgar por las ilustraciones, la Equitación de entonces muy poco había evolucionado. No cabe duda que LA GUERINIERE ha supuesto un salto cualitativo importantísimo: un concepto totalmente nuevo de la Equitación. Pero aunque el vino fuera nuevo, los odres seguían siendo viejos. En lo más aparente, se seguía viendo lo mismo.
¿Qué cosas me han llamado la atención en las ilustraciones para acabar buscando el por qué de los pilares?
1º Los caballos representados -todos pertenecientes a la alta aristocracia luego, se supone, los mejores- son tipo español -o andaluz, los más cotizados entonces-, y de una alzada que apenas superará el metro y medio. Hoy en día, serían caballitos, poco más que un poni "D".
2º Los bocados, con unas camas enormes. Y lo peor, porque no se ven, es que algunas embocaduras eran terroríficas (sobre todo en la época de Pluvinel). Hoy diríamos que con esos bocados se podría parar hasta a un tren de mercancías.
3º Las piernas, totalmente estiradas, como si se fuera de pie, lo cual debía ser incomodísimo. Era la monta a la brida. En España ya se montaba a la gineta, y estoy seguro que nuestros antepasados ya lo hacían bastante mejor que los franceses. Por dos razones fundamentales, creo yo. La primera, que durante la Reconquista, en las escaramuzas no se montaba en tropel, sino que cada jinete debía tener un muy buen control de su caballo. Y segunda, que la tauromaquia ya llevaba mucho tiempo institucionalizada como sucedáneo -humanitario- de los torneos y justas medievales en Europa. Y tanto en la plaza como en el campo, eran necesarios caballos, al menos, manejables para no correr peligro.
¿Manera de conseguir que esos caballitos, a pesar de esos hierracos -auténticos frenos- y de una posición de pierna poco útil, fueran adelante? Amarrado a los pilares y con la fusta manteniendo bien activos los pies. Seguidamente la naturaleza del caballo, pondría el resto: ganas de ir adelante y de colaborar, a pesar del trato (más bien, maltrato) recibido. A partir de esa actividad de los pies, aparecen el piaffé y demás virguerías que aprende el caballo en los pilares.
Mi conclusión de los pilares: la mejor manera de poner adelante a cualquier caballo , a pesar de los medios coercitivos que de siempre ha utilizado el hombre para ponerle difícil, precisamente, el ir adelante. Aunque yo prefiero hablar del "gesto confortable" del caballo. Transcribo un párrafo del capítulo XIII de "Escuela de a caballo" de La Gueriniere:
“Un hombre sabio de á caballo ha dicho, y con razón, que los pilares dan espíritu a los Caballos; porque el miedo del castigo, despierta y tiene siempre en un movimiento activo y diligente a los que son perezosos y dormidos; teniendo por otra parte la ventaja de apaciguar a los que son
de un natural colérico y fogoso; porque la profesión del paso de movimiento, que es un paso sumamente escuchado y sostenido, les obliga a poner atención en aquello que executan: que es por lo que contemplamos los pilares, no solamente un recurso para descubrir la fuerza, gallardía
ligereza y buena disposición de un Caballo, sino también como un medio de comunicar estas mismas circunstancias al que no las tiene”
Como en el título de la lección nombro a nuestra vaquera, voy a seguir transcribiendo a La Gueriniere cuando habla del "cabezón", que es nuestra serreta de toda la vida. Empieza citando a LA BROUE: “El cabezón se inventó para retener, levantar y aligerar al Caballo; …..para asegurarle la cabeza y la grupa, sin ofenderle la boca ni el barboquejo”. A continuación cita al Duque de NEWCASTLE : “El cabezón (dice), sirve para retener al Caballo, ….. para conservarle la boca, los asientos y el barboquejo; …….”
A continuación es el mismo La Gueriniére quien dice: “El cabezón y la brida son muy diferentes en sus efectos, por la grande diferencia que hay entre las partes en que labran”; “que el camino más corto para hacer un Caballo, es el del uso del cabezón, auxiliado de la brida”. “El cabezón es utilísimo usado por un hombre inteligente, y muchas veces perjudicial ponerle en manos de los principiantes”. “Por lo que es también excelente el cabezón en los principios, porque no labra en la boca ni en los labios del bruto, ni tampoco en el barboquejo, que es parte sumamente delicada”
De donde se concluye que la serreta –con un grado de agresividad que puede ir de cero al infinito- tiene una misión fundamental totalmente distinta a cualquier embocadura: hacer que el caballo se aguante él sólo. El papel que se le ha otorgado en la vaquera de siempre.