A Gabi, Eduardo, Sandro, etc, muchas gracias por vuestra aportación. Espero que el resto os animéis a hacer vuestras aportaciones.
A JORGE. Por lo que me cuentas, imagino que es más un problema de equilibrio que de boca. Me explico.Una de las cosas que debiera enseñarse desde el principio, y no lo hacemos, es el cambio de velocidad del caballo.
- Manera instintiva de hacerlo, pero incorrecta: si noto que el caballo me corre más de la cuenta, tiro de las riendas y le freno. En un coche equivaldría a pisar el freno….. pero a continuación o cambiamos de marcha o se nos cala el motor. Además de calarse, al caballo, como ser vivo, hay que añadirle el principio mecánico de acción y reacción : cuanto más tire hacia atrás, más tirará el caballo hacia adelante. Y esto es el pan nuestro de cada día. La palabra clave aquí es "tirar". Es importantísimo distinguir entre tirar y resistir. O sea, entre utilizar el bíceps o utilizar los dedos (cuyos músculos flexores y extensores los tenemos en el antebrazo). Recuerdo la época en que Alvarito estuvo montando en casa de Ulrich Kirchoff, me repetía la cantinela que había aprendido: “cuando un caballo tire de ti, tú no tires nunca de él”. Muy fácil de decir y dificilísimo de hacer. Pero es el único camino hacia la verdad.
- Manera educada de hacerlo, y por tanto la correcta: cuando un caballo me pesa a la mano porque corre, lo primero, subirle la cara (sin tirar) para cambiarle el equilibrio y, sobre la marcha, cerrar dedos –no bíceps- para que, al echarse hacia atrás, se frene. Lo mismo que los humanos, que para acelerar o frenar siempre utilizamos cambios de equilibrio. En un coche equivale a utilizar el cambio de marcha en lugar de freno o acelerador sólo. Otro ejemplo: cuando corremos cogidos del brazo de otra persona y somos nosotros los que mandamos, nunca se nos ocurre dar tirones (bíceps), sino resistimos tensando el brazo y cerrando dedos. Para llegar a hacer lo mismo con un caballo hace falta mucho tiempo para educar nuestra mente y nuestro brazo … y dedos.
Conclusión: un caballo que pesa a la mano o corre –las dos sensaciones que más claramente percibimos- es un caballo desequilibrado. Lo primero, subirle la cara y hacer que se aguante él sólo en esa posición, sin dejar de avanzar. Fácil no es, importante, muchísimo.