jueves, 27 de mayo de 2010
CONTESTADOR DEL BLOG (algunas guías básicas...)
martes, 18 de mayo de 2010
ACLARANDO QUE ES GERUNDIO
En “El cura montando un caballo blanco” insisto en que la pierna es la que debe hacer que sea el caballo el que tire de mí. Como a diario me encuentro con este problema, pienso que será buena la aclaración sobre la acción de la pierna.
¿Cuál es el problema que me encuentro a diario y a todos los niveles? Pues que al presionar con la pierna o con la espuela, la reacción de todos los caballos es la de salir corriendo. Y la mayoría de J/A lo dan como bueno y no es verdad. La pierna, lo que realmente debe hacer es:
1º) Que el caballo acepte apoyarse en la mano, porque confía en ella y todas las articulaciones de la columna vertebral están trabajando bien. Si no lo hace y sale corriendo –porque se ha quedado detrás de la mano o ha encogido la base del cuello o, sencillamente, no se le han cerrado los dedos y se le ha dejado correr –, volver inmediatamente al paso y repetir hasta que se apoye –confíe– en la mano. ¿Cuándo hay que corregir? En el primer tranco de trote, porque es un trote no deseado. Y vuelta a repetir hasta que salga, aproximadamente, como queremos. Recordad el consejo de S.
2º) Contraer abdominales, con lo que el dorso se “enrosca” (DEB BENNETT dixit), los pies entran y se ponen más activos. La expresión “cogerle el culo al caballo con las piernas” es totalmente irreal, pues lo que realmente presionamos, son los abdominales del caballo.
Pongo el símil de las motos: el acelerador sube las revoluciones del motor –las piernas activan los pies del caballo–, y el cambio de marcha –o sea, la mano del J/A– hacen que la moto o el caballo vayan más o menos rápidos. Luego la mano, mucho más que freno es cambio de marcha. Para mantener esta distinción, mantener la concentración y la mano activa: continuamente recibiendo información y poniendo orden.
Como resulta que el instinto más destacado del caballo es el de la huída, interpreta la pierna como una señal de salir huyendo. Y no debe ser. Lo primero que debemos enseñarle al caballo es a que busque –confíe en– nuestra mano, o respetarla quedándose en ella y, seguidamente, activar los pies. ¿Y esto no sería el inicio del piafé en la Doma Clásica? Recuerdo perfectamente, a finales de los 80, en un Príncipe de Asturias, al IDAHO E piafando de los pies tranquilamente. Aún se acordaba de Rafi.
Conclusión: hay que aprender a que la respuesta a la pierna no sea la de salir corriendo el caballo, sino la de activar los pies, y siempre buscando la mano. Cuestión de repetir hasta que salga (largo de delante, corto de atrás: ISABEL dixit).
Como ya sabéis de mi afición a las citas –expresan mejor que yo mi pensamiento- os pongo una del emperador filósofo MARCO AURELIO: “Acostúmbrate a las cosas que desesperas alcanzar: pues la mano izquierda, débil de ordinario, falta de hábito, sin embargo maneja el bocado con más firmeza que la derecha; y es porque está acostumbrada”
Paz y espero que os sirva la aclaración.
jueves, 13 de mayo de 2010
ACERCA DE LA GLOBAL
miércoles, 5 de mayo de 2010
EL CURA MONTANDO UN CABALLO BLANCO
Es un caballo de tanda, y que tenía ganas de montarlo porque cada vez que lo veía , sufría de verle con el cuello al revés y el dorso hundido. Aprovechando que tenía que ilustrar estas lecciones, le pedí a Julio que me dejara montarlo. Cuando el caballo se dio cuenta de su bienestar, a poco que le dejaran los aprendices a los que tenía que enseñar, bajaba la cabeza, estiraba el cuello y su dorso subía.
¿Qué hice para cambiarle su silueta, o sea, su forma de ir y de llevarme?
Empujar con las piernas hasta conseguir que el caballo tirara de mí, y mi culo lo más ligero posible para no sobrecargar su dorso. Cuando al cabo de unos minutos empezó a tirar de mí, aplicaba la regla elemental de LICART: para desinvertir el cuello, doblárselo (más real que incurvarlo).
Insisto en que lo primero es hacer que sea el caballo el que tire de mí.
Cuando con el cuello doblado notaba –sentía- que quería bajar la cabeza, le dejaba soltando las riendas prácticamente a tope. Las primeras veces, estas extensiones del cuello apenas si duraba un segundo. ¡Inmediatamente volvía a subir la cabeza. Como tengo claro que los caballos aprenden por repetición, en cuanto notaba –sentía- que quería subir la cabeza, ¡vuelta a doblarle el cuello!, y se lo mantenía doblado hasta que notaba –sentía- que quería de nuevo bajar la cabeza. Necesité menos de 15 intentos. En cuanto se le quedó claro que su comodidad –yo no le incordiaba- estaba en ir con el cuello estirado y la cabeza baja, ya se quedó en esa posición al paso. Además, con las piernas estimulaba sus abdominales, con lo cual el dorso se estiró y se puso a funcionar mejor
Al trote tuve que recordárselo unas cuantas veces: siempre empujándole con las piernas para que tirara de mí y doblándole el cuello. Y cuando notaba –sentía- que quería bajar la cabeza, le dejaba.
Lo mejorable, espero que me lo digáis alguno. Como en los pasatiempos de los periódicos: descubra usted los errores.
Por cierto, BLANCA, este caballo creo que ya no cumple los 15 años. Y nos vale la pena tener bien presente el consejo de KIERKEGAARD: los adultos debemos aprender de los niños a disfrutar de la repetición.
Gracias a mi sobrino Lalo Pons por sus ilustraciones y fotos. Espero que no te canses y sigas echándome una mano.
Paz para todos y espero vuestros comentarios.
FRISOS DEL PARTENÓN
Bajorrelieves esculpidos por Fidias y que representan la procesión de las Panateneas.
Siempre que voy a Padhocks de Azahar, me gusta ver la copia que tienen allí. No por interés artístico, sino porque cada vez me interesa más la historia del caballo, y mirando con el zoom puesto, siempre se descubre algún detalle.
Dos constataciones saco de este bajorrelieve:
1ª En cuanto al tamaño de los caballos de entonces: siglo V a. Xto. Un caballo normal de aquella época, equivalía a un poni “C” de la nuestra.
2ª Todos los caballos representados en el friso –y no sólo los que se ven en la foto- tienen el cuello al revés ¡incluso las arrugas están esculpidas! No es que de natural los caballos tuvieran el cuello al revés, sino que la manera de montarlos, hacía que el cuello se invirtiera. Los que hayáis tenido ocasión de ver las embocaduras que se utilizaban entonces, lo comprenderéis. Y menos mal –para los caballos- que el estribo aún no se había inventado
Hoy disponemos de medios y conocimientos para poner a un caballo en una disposición cuyos gestos sean confortables.