jueves, 25 de marzo de 2010
ACERCA DEL PASO (II)
martes, 9 de marzo de 2010
ACERCA DEL PASO (I)
Tenía previsto empezar por lo que dicen clásicos y modernos sobre el paso, Pero he cambiado de opinión y os cuento mi experiencia sobre el mismo. Al fin y al cabo, es lo que he leído y luego experimentado con miles de caballos. Es una de las múltiples ventajas de ser viejo (de edad que no de ilusiones).
El hombre (y también el caballo) necesita lentitud para aprender. Todos conocemos los dichos “vísteme despacio que tengo prisa” y “sin prisas pero sin pausas”. Y seguro que hay más
Hace falta un tiempo para observar, reflexionar y estudiar. Y hace falta un tiempo para hacer.
El aire que cumple con todos estos requisitos –y más- es el paso.
Es un aire lento, en el que el caballo está siempre tocando el suelo, sin tiempo de suspensión. Su equilibrio es mucho más estable que en los otros aires, sin ninguna sacudida, lo que hace que en cada instante nos dé una mayor sensación de estabilidad y seguridad que nos permite en todo instante ser conscientes y dueños de nuestros gestos
El paso equivale al gimnasio de los deportistas modernos. La estabilidad y la lentitud hacen que todos los gestos se aproximen a la perfección, desarrollando cada músculo o grupo muscular en el sentido deseado para obtener el gesto confortable –máxima eficacia con el mínimo esfuerzo- propio de la disciplina hípica que se practique. Además de la posibilidad de repetición, totalmente necesaria para cualquier aprendizaje. También procura la facilidad de concentrarse al j/a y captar la atención del caballo
Para los que montamos a caballo, hay otra ventaja añadida: desarrollamos los músculos posturales del caballo, los cuales están muy poco involucrados en el trote y galope, incluso en el paso con riendas largas. Pero que no siempre es verdad: creemos dejar las riendas largas cuando realmente nos quedamos a mitad de camino. Esta musculatura profunda o postural, en el caballo es muy importante debido a su falta de clavícula. Con ésta, le resultaría facilísimo al caballo aguantar nuestro peso. Su ausencia nos obliga a que sean los músculos de la espalda y de la base del cuello los que hagan que nos lleve y que se lleve bien.
El tiempo lento del paso, nos permite conocer y analizar los movimientos del caballo para llegar a acompasarlos y, seguidamente, transformarlos.
El tiempo lento del paso, nos permite conocernos como j/a, y enterarnos realmente de la utilización de nuestros gestos (“las ayudas”), de nuestro equilibrio y del acompasar al caballo. Parafraseando a San Agustín: “conocerme a mí, conocerle a él”.
Hace más de un siglo, el general L´Hotte puso en boca de D´Auvergne la siguiente frase:
“Es fácil de comprobar que las faltas del caballo proceden casi siempre de la inexperiencia del jinete, por lo que las lecciones deben caer sobre é y no sobre el caballo. La certeza de lo dicho está fundada en la experiencia del más hábil “hombre de caballos” que existe hoy, M de Lubersac, quien ha llevado el arte de la Equitación más lejos que nadie”.
Creo que “hombre de caballos”, en castellano podríamos llamarle “caballista” si pensamos en la definición del mismo de la RAE de la Lengua: “Persona que entiende de caballos y, además, monta bien”. Estoy seguro de que no soy el único aspirante a caballista.
Como de costumbre, los comentarios de mis queridos Marcos y Eduardo, acertados y de agradecer. En breve, seguiré con la segunda parte. Mientras tanto, espero vuestros comentarios