Hoy en día, al menos en nuestra cultura, montamos a caballo fundamentalmente por dos motivos: o bien por el puro placer de pasear y sentirse a caballo, o bien por la satisfacción de competir en una de las múltiples disciplinas hípicas existentes. Sin embargo, en cualquiera de los dos casos se considera, o debe considerarse, al caballo como un atleta. Y es que tanto en la equitación lúdica como en la deportiva de competición hay un denominador común: desde el momento que pongo mi cuerpo sobre el caballo, éste se va a mover con una carga añadida, lo que en consecuencia provocará una serie de desajustes en su cuerpo.
En mi dilatada vida hípica no conozco a ninguna amazona ni jinete que sea un espíritu puro. En cambio, sí que veo a diario a montones de personas a caballo que, a juzgar por cómo se manejan sobre el mismo, parecen considerarse efectivamente espíritus puros, por lo que a su parecer sus “culadas” y sus movimientos sobre la montura son “espirituales” y en absoluto pesantes. Y además, están convencidos de que sus órdenes siempre son razonables.
¿A qué santo toda esta reflexión? Muy sencillo: yo pienso que cuando me monto en un caballo, lo primero que he de conseguir es que me lleve bien y que él se sienta cómodo y sus gestos confortables. Y desde luego, si le dejo ir a su aire con las riendas flojas pero no lo suficientemente largas, el caballo por sí mismo no va a ordenar su cuerpo para llevarnos y llevarse él mismo bien. Y esto no significa que el caballo no esté hecho para llevarnos, sino que la naturaleza no le ha dotado de mecanismos innatos para llevarnos bien. Debe aprenderlo y nosotros enseñárselo. Y ocurre que desde que el hombre empezó a servirse del caballo hace 4000 años, primero enganchándolo y al cabo de unos diez siglos ya montándolo, la desgracia del caballo ha consistido en que poquísimos hombres han sido capaces de enseñarle correctamente.
Para entender cómo debe llevarnos el caballo, vamos a empezar por ponernos en su lugar: ¿cómo resolvemos nosotros el hecho de llevar una carga pesada? Por ejemplo, llevar un saco de avena de 50 kg sobre la espalda. Sencillamente bajamos la cabeza y abombamos la espalda. Una reacción puramente instintiva pero que tiene su justificación mecánica: tensamos el ligamento nucal, que a su vez tensa el supraespinoso, con lo cual la carga la llevamos con estos ligamentos en lugar de llevarla con los músculos de los riñones.
Resulta que el caballo es el único animal doméstico capaz de utilizar dichos ligamentos como el hombre debido a que sus 7 vértebras cervicales forman una “S”, lo que le permite estirar el cuello y darle múltiples formas, con la consiguiente tensión del ligamento nucal. El proceso del caballo, concretamente, será el siguiente: debe bajar la cabeza para estirar el cuello, de modo que su ligamento nucal se tense; éste a su vez hace que se tense el ligamento supraespinoso, que es en definitiva el que lleva el peso del jinete/amazona. De esta manera, los músculos del dorso, que en un principio se han tensado para soportar la carga, vuelven a su acción normal como músculo locomotor: contracción alterna de los músculos de ambos lados de la espina dorsal. Esto es fácil de comprobar en nosotros mismos si apoyamos las yemas de los dedos corazón de nuestras manos en la zona de nuestros riñones al caminar. Notaremos esa tensión alterna, izquierda-derecha, que nos dice que esos músculos son locomotores, y no para soportar cargas.
Esta posición de estiramiento de la línea superior del caballo predispone a la contracción de los músculos abdominales. Una buena combinación por parte del jinete/amazona supone:
- Un asiento correcto, en su sitio, más bien adelantado, sobre los isquiones -los huesos- y no sobre los glúteos -los molletes-
- Un uso adecuado de las piernas: actuando acompasadamente sobre los abdominales del caballo y no con presión continua
- Y un uso correcto de las manos, resistiendo y nunca tirando, buscando el ángulo más adecuado para que el caballo en lugar de tirar hacia adelante tense hacia abajo, lo que aumentará la tensión del ligamento nucal.
Todo este conjunto de acciones hará que el caballo se ponga redondo naturalmente, o sea, que nos lleve bien a nosotros y que se lleve bien a sí mismo.
De hecho, el jinete/amazona no es sólo una mera carga para el caballo pues, además de pesar, se mueve, actúa, y quiere mandar. A continuación detallamos una serie de problemas que ocasiona la presencia del jinete/amazona en el dorso del caballo:
1. Su tórax se hunde entre sus espaldas por la falta de clavículas del caballo.
2. Su equilibrio es desplazado hacia adelante, pues nuestro peso está más cerca de las espaldas del caballo que de los pies.
3. El asiento del jinete/amazona, como requiere mucho aprendizaje para “acordarlo” al movimiento del caballo, hace que el dorso se hunda más y las agresiones puntuales al mismo -o sea, las “culadas”- hacen que los músculos del dorso se contraigan continuamente, en lugar de hacerlo alternativamente (izquierdo-derecho), como músculos locomotores que son.
4. La mano del jinete/amazona, actúa como mano depredadora (tiende a agarrarse), provocando que el caballo encoja el cuello. De hecho, peor aún que nuestro peso son las limitaciones que nuestra mano impone al balancín cuello-cabeza del caballo, cuya disponibilidad es imprescindible en su locomoción. Y es que la mano del hombre, que es polivalente y polifacética, resulta que necesita un arduo aprendizaje para cualquier actividad mínimamente compleja. Sin educación no es capaz de hacer nada bien. Y si no ¿qué es lo primero que aprende un niño en la guardería?, las manualidades.
5. Como consecuencia del peso y de la mano, la locomoción del caballo se descompone y sus aires se hacen irregulares.
Y es que podríamos decir que domar no es ni más ni menos que reorganizar el cuerpo del caballo y convencerle para que haga a petición nuestra lo que es capaz de hacer en libertad e, incluso, mejorarlo. Imaginemos una frase impactante en la que de repente las palabras se caen. Al recogerlas y volverlas a juntar sin criterio alguno, resulta que esas palabras ya no tienen ningún sentido. Sólo el saber y el esfuerzo nos permitirán volver a poner las palabras en su orden y la frase de nuevo tendrá sentido. Esto sería una buena imagen de lo que ocurre cuando montamos un caballo e intentamos hacer que vuelva a moverse y manejarse como cuando iba en libertad. O mejor.
En mi dilatada vida hípica no conozco a ninguna amazona ni jinete que sea un espíritu puro. En cambio, sí que veo a diario a montones de personas a caballo que, a juzgar por cómo se manejan sobre el mismo, parecen considerarse efectivamente espíritus puros, por lo que a su parecer sus “culadas” y sus movimientos sobre la montura son “espirituales” y en absoluto pesantes. Y además, están convencidos de que sus órdenes siempre son razonables.
¿A qué santo toda esta reflexión? Muy sencillo: yo pienso que cuando me monto en un caballo, lo primero que he de conseguir es que me lleve bien y que él se sienta cómodo y sus gestos confortables. Y desde luego, si le dejo ir a su aire con las riendas flojas pero no lo suficientemente largas, el caballo por sí mismo no va a ordenar su cuerpo para llevarnos y llevarse él mismo bien. Y esto no significa que el caballo no esté hecho para llevarnos, sino que la naturaleza no le ha dotado de mecanismos innatos para llevarnos bien. Debe aprenderlo y nosotros enseñárselo. Y ocurre que desde que el hombre empezó a servirse del caballo hace 4000 años, primero enganchándolo y al cabo de unos diez siglos ya montándolo, la desgracia del caballo ha consistido en que poquísimos hombres han sido capaces de enseñarle correctamente.
Para entender cómo debe llevarnos el caballo, vamos a empezar por ponernos en su lugar: ¿cómo resolvemos nosotros el hecho de llevar una carga pesada? Por ejemplo, llevar un saco de avena de 50 kg sobre la espalda. Sencillamente bajamos la cabeza y abombamos la espalda. Una reacción puramente instintiva pero que tiene su justificación mecánica: tensamos el ligamento nucal, que a su vez tensa el supraespinoso, con lo cual la carga la llevamos con estos ligamentos en lugar de llevarla con los músculos de los riñones.
Resulta que el caballo es el único animal doméstico capaz de utilizar dichos ligamentos como el hombre debido a que sus 7 vértebras cervicales forman una “S”, lo que le permite estirar el cuello y darle múltiples formas, con la consiguiente tensión del ligamento nucal. El proceso del caballo, concretamente, será el siguiente: debe bajar la cabeza para estirar el cuello, de modo que su ligamento nucal se tense; éste a su vez hace que se tense el ligamento supraespinoso, que es en definitiva el que lleva el peso del jinete/amazona. De esta manera, los músculos del dorso, que en un principio se han tensado para soportar la carga, vuelven a su acción normal como músculo locomotor: contracción alterna de los músculos de ambos lados de la espina dorsal. Esto es fácil de comprobar en nosotros mismos si apoyamos las yemas de los dedos corazón de nuestras manos en la zona de nuestros riñones al caminar. Notaremos esa tensión alterna, izquierda-derecha, que nos dice que esos músculos son locomotores, y no para soportar cargas.
Esta posición de estiramiento de la línea superior del caballo predispone a la contracción de los músculos abdominales. Una buena combinación por parte del jinete/amazona supone:
- Un asiento correcto, en su sitio, más bien adelantado, sobre los isquiones -los huesos- y no sobre los glúteos -los molletes-
- Un uso adecuado de las piernas: actuando acompasadamente sobre los abdominales del caballo y no con presión continua
- Y un uso correcto de las manos, resistiendo y nunca tirando, buscando el ángulo más adecuado para que el caballo en lugar de tirar hacia adelante tense hacia abajo, lo que aumentará la tensión del ligamento nucal.
Todo este conjunto de acciones hará que el caballo se ponga redondo naturalmente, o sea, que nos lleve bien a nosotros y que se lleve bien a sí mismo.
De hecho, el jinete/amazona no es sólo una mera carga para el caballo pues, además de pesar, se mueve, actúa, y quiere mandar. A continuación detallamos una serie de problemas que ocasiona la presencia del jinete/amazona en el dorso del caballo:
1. Su tórax se hunde entre sus espaldas por la falta de clavículas del caballo.
2. Su equilibrio es desplazado hacia adelante, pues nuestro peso está más cerca de las espaldas del caballo que de los pies.
3. El asiento del jinete/amazona, como requiere mucho aprendizaje para “acordarlo” al movimiento del caballo, hace que el dorso se hunda más y las agresiones puntuales al mismo -o sea, las “culadas”- hacen que los músculos del dorso se contraigan continuamente, en lugar de hacerlo alternativamente (izquierdo-derecho), como músculos locomotores que son.
4. La mano del jinete/amazona, actúa como mano depredadora (tiende a agarrarse), provocando que el caballo encoja el cuello. De hecho, peor aún que nuestro peso son las limitaciones que nuestra mano impone al balancín cuello-cabeza del caballo, cuya disponibilidad es imprescindible en su locomoción. Y es que la mano del hombre, que es polivalente y polifacética, resulta que necesita un arduo aprendizaje para cualquier actividad mínimamente compleja. Sin educación no es capaz de hacer nada bien. Y si no ¿qué es lo primero que aprende un niño en la guardería?, las manualidades.
5. Como consecuencia del peso y de la mano, la locomoción del caballo se descompone y sus aires se hacen irregulares.
Y es que podríamos decir que domar no es ni más ni menos que reorganizar el cuerpo del caballo y convencerle para que haga a petición nuestra lo que es capaz de hacer en libertad e, incluso, mejorarlo. Imaginemos una frase impactante en la que de repente las palabras se caen. Al recogerlas y volverlas a juntar sin criterio alguno, resulta que esas palabras ya no tienen ningún sentido. Sólo el saber y el esfuerzo nos permitirán volver a poner las palabras en su orden y la frase de nuevo tendrá sentido. Esto sería una buena imagen de lo que ocurre cuando montamos un caballo e intentamos hacer que vuelva a moverse y manejarse como cuando iba en libertad. O mejor.
Jose eres un fenomeno, un fuerte abrazo, Paco Benitez
ResponderEliminarHola José, no solo eres un fenomeno como dice Paco, sino el gran maestro y todo en el mundo de la hípica para mí. Y no podia dejar pasar ésta oportunidad para decirte ¡bienvenido a las nuevas tecnologías! jaja. Te queremos. Carmen-Rosita. Ximo-Oporto...,y Moro.
ResponderEliminarHola Jose, me ha alegrado mucho de que te hayas animado a crear este blog. Estoy seguro de que desde el seguirás aportando mucho al mundo del caballo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo de tu amigo Marcos
Hola Jose:
ResponderEliminarDicen de Carlos Gardel que cada año canta mejor... Te pasa a tí algo parecido: cada vez escribes mejor, cada vez desciendes más a lo más fundamental y cada vez se te entiende mejor.
Eso no es porque sí, sino por la cantidad de horas montando y pensando en cómo hacerlo mejor. Pocas personas han llegado donde tú. Puede haber artistas, pero que no saben explicar qué hacen a caballo ni porqué. Contigo todo tiene su porqué y siempre resulta fácil de entender y de poner en práctica.
Arriba el cura¡¡
Un abrazo
FER-MOR
ME ALEGRO DE ESTAR EN CONTACTO CONTIGO ,AUNQUE SEA A TRAVES DEL ESPACIO.
ResponderEliminar1000000000000 BSSSSSSSSSSSSSSS
Fuí alumna tuya con 5 años mi nombre es Carolina y te conocí en la antigua Hipica, actualmente sigo montando y me he comprado un caballo que domaste tu,se llama Nickel. ME ALEGRA PODER CONTACTAR CONTIGO.
ResponderEliminarSaludos
CURI QUE CON TANTO PIROPO DESPUES NO VA A HABER QUIEN TE AGUANTE DANDO CLASES JEJEJE
ResponderEliminarYO TE DOY LA ENHORABUENA , POR ACTUALIZARTE A LAS NUEVAS TECNOLOGIAS , Y NO POR HABLAR DE CABALLOS, PORQUE ESO PARA TI NO ES NINGUN ESFUERZO JEJEJE
MAS BIEN LO CONTRARIO, NO PENSAR EN CABALLOS, REQUIERE DE UN ESFUERZO ENORME , O NO ES ASI???
BESITOS DE LA GORDA , YA SOLO ME QUEDAN 5 SEMANAS Y DENTRO DE NA A MONTAR OTRA VEZ....
Sospecho que este Blog se satura en pocos días.
ResponderEliminarTocayo, no te sientas fracasado porque en 40 años no has conseguido que yo aprenda a montar. Claramente es culpa mía. Sigues siendo el mejor.
Emocionante y didáctico. Recuerda que tenemos pendiente un cuento para niñ@s sobre caballos.
ResponderEliminarY un San Roque.
Pacosales.
Cura no hay duda de que eres un claro referente hipico y es muy generoso que compartas tus conocimientos con el esfuerzo y tiempo que te habran costado, un abrazo, todo mi apoyo enseñante on-line.
ResponderEliminarHola Jose!!
ResponderEliminarSoy Cristina, alumna de Pedro, en primer lugar felicidades por el artículo y por el blog, está muy bien expresado y con unas comparaciones muy buenas, lo cual seguro que nos va a servir de mucho a más de uno...
Me alegro de estar rodeada de personas que conocen tanto del mundo de la hípica. La verdad es que tiene muchísimo mérito llegar a conseguir la capacidad y la sensibilidad necesaria para domar a un caballo y poder disfrutar de él sin molestarle absolutamente nada. Hay tanto que aprender...
Gracias Jose.
HOLA JOSE.
ResponderEliminar¿QUE SERIA DEL MEJOR MEDICAMENTO SIN UN MEDICO? PUES TRASLADO LA COMPARACION ¿QUE SERIA DEL MEJOR CABALLO SIN UN BUEN PROFESOR?.
ALBA Y YO HEMOS TENIDO SUERTE CON UN BUEN CABALLO Y UN MEJOR PROFESOR,PUES EN TU COMPAÑIA NO SOLO APRENDEMOS EQUITACION, SINO MUCHAS COSAS Y TODAS BUENAS.
ADEMAS TENEMOS LA SUERTE DE PODER DESPEDIRNOS DICIENDO: HASTA MAÑANA O PASADO.
UN BESO DE ALBA Y MIO COMO SIEMPRE CUANDO NOS VEMOS
Jose, una felicitación enorme, enorme, pero yo no voy a dejar de seguir cogiendo siempre que pueda, carretera y van y aparecer por donde quiera que estés dando alguna clase.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose manuel creo que es la segunda o tercera vez que leo de caballos, lo mio ya sabes que ha sido interpretar pero creo que con este blog me voy ha aficionar. Enhorabuena. Un beso
ResponderEliminarHola José Manuel somos Brigi y Hubert, que alegria encontrarte por aqui, siempre es un placer tratar contigo y como profesional que decirte eres el mejor, un fuerte abrazo y nuestos mejores recuerdos de nuestro viejo tiempo pasado en el Hipodrómo
ResponderEliminarLo que más me gusta de todo esto, es ver que representa un punto de encuentro de viejas amistades que siguen teniendo su sitio en nuestros corazones y que pronto será inicio de nuevas amistades.
ResponderEliminarA todos quiero daros las gracias, desde Paquito a Brigi, por vuestros “piropos” y por los ánimos para seguir en la empresa, y trataré de no defraudaros.
Paz y un abrazo a todos
Lo que más me gusta hacer es montar a caballo pero cuando te veo aparecer en la hipica prefiero irme a ver y escuchar las clases que le das a Alba y mi hermana Paula. Se me cae la baba escuchando tus explicaciones, presto muchisima atención para no perder palabra y así poder ponerlas en práctica. Eres como la biblia de la equitación. Estoy más que agradecido por dejarme que este presente en tus clases, de verdad, y espero que en mi vida llegue a saber la décima parte de lo que sabes. Para mi los caballos desde que te conozco, que no es mucho, siempre estan ligados a tus palabras, siempre te tengo presente, y siempre te tendré. MUCHÍSIMAS GRACIAS.
ResponderEliminarPD:Ánimo cón el blog, para que así la biblia se complete, y más gente aprenda contigo.